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Actualizado: 22 de mayo de 2025


D. Pedro Antonio de Castro, tronco de otros muchos Castros, muy aplaudidos en los teatros españoles durante el siglo XVII, siendo el último de esta línea, en el XVIII, el llamado Damián de Castro.

El frío era grande y ayudaba a la pereza a mantener agazapados entre las calientes ropas del lecho aun a los más madrugadores. Damián oyó las ocho en su cama y volvióse del otro lado, esperando que el señor marqués no necesitaría de sus servicios, según su costumbre, hasta muy entrada la mañana; un violento campanillazo vino, sin embargo, a hacerle saltar despavorido...

Lope de Vega dice en la dedicatoria de su comedia Muertos vivos, á Damián Salustrio del Poyo: «Lo que la antigüedad llamaba llevar vasos á Samo, esto es, dirigir á V. M. una comedia, habiendo las muchas que ha escrito adquirido tanto nombre, particularmente La próspera y adversa fortuna del condestable Don Ruy López de Avalo, que ni antes tuvieron ejemplo, ni después imitación

¡Siempre habéis de salirme con don Damián! Y con muchísima razón. ¿Qué mejor ejemplo?

En las manos consiste toa la cencia.... Si me hubiera hecho la ropa un sastre de Santander, como yo quería.... Lo mismo que el chaleco ... y los calzones: por un lado me sobra media fanega, y por otro no me puedo revolver adentro.... ¡Y estos zapatos!... Yo no en qué consiste que cuanto más tocino les doy, más peor se ponen. ¡Qué zapatos los de don Damián, tisana!

De esta suerte hablaba Ceballos contra el comercio que ejercian únicamente los estranjeros en España. Frai Gerónimo Bolívar, Francisco Martinez de la Mata, Cristóbal Perez de Herrer, Luis de Castilla, Damian de Olivares, Miguel Caja de Leruela i otros escribieron tambien en iguales ó semejantes términos en la materia.

En 13 de Abril de 1619, fueron encontrados sepultados juntos en la capilla de los Santos Médicos Cosme y Damian, en la misma parroquia de San Pedro, los esqueletos de dichos Amantes, con señales evidentísimas de ser los pertenecientes a D. Diego y D.ª Isabel.

Relumbran como el sol de mediodía. Pero, hijo mío, ¿no ves que don Damián es un señor muy rico?... También te vestirás así el día de mañana, ¿verdá, madre? ¡Anda, anda!; ya te estás relambiendo con los vestidos que te he de regalar.... ¡Como no pongas otros!... Ni falta que me hacen, para que lo sepas; probe nací, y con saya de estameña y tirando de la azada me han de querer....

Todos, como Andrés, van á América buscando la fortuna; todos van, como él, poco más que á merced de la casualidad.... Seamos exactos: muchos de ellos no llevan ni siquiera una carta como la de don Damián. De todos los que acompañan á Andrés, acaso no encuentre uno solo lo que va buscando; quizá todos ellos contemplen por la última vez de su vida la tierra sobre que han nacido.

La próspera fortuna del caballero del Espíritu Santo, de Juan Grajales. El esclavo del demonio, de Mira de Mescua. La próspera fortuna del famoso Ruy López de Avalos, el Bueno, de Damián Salustrio del Poyo. Dos partes. El Sancto negro Rosambuco de la ciudad de Palermo, de Lope de Vega. Además cinco loas y tres entremeses: del Sacristán Soguijo, de los Romances y de los Güevos.

Palabra del Dia

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