Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de junio de 2025
Dímelo tú, Leonor, tú que estuviste ayer en el cuarto de mamá, cuando yo fui a paseo. ¡Mamá mala, que no te dejó ir conmigo, porque dice que te he puesto muy fea con tantos besos, y que no tienes pelo, porque te he peinado mucho!
La aflicción de Maxi exigía la mentira, y su mujer tuvo que decírsela... mentiras de esas que inspiran viva compasión al que las dice y consuelan poco al que las oye. Echábalas de sí como enfermera que administra la inútil medicina al agonizante. «Dímelo de otra manera y te creeré manifestó Rubín . Dilo con un poquito de calor, siquiera como me lo decías antes. Tú no sabes el daño que me haces.
Adriana se acercaba a ella, solícita, y acariciándola y jugando con sus cabellos la interrogaba bruscamente, como para descubrir por sorpresa el secreto de sus pensamientos: ¿En qué pensabas? ¡Dímelo, por favor! Pero Laura, respondiendo sin hablar a sus caricias, sonreía con una dulce tranquilidad.
¿Crees realmente que no habrá guerra? ¿Crees que podremos casarnos?... Dímelo otra vez. Necesito que me tranquilices... Quiero oirlo de tu boca. El centauro Madariaga En 1870, Marcelo Desnoyers tenía diez y nueve años. Había nacido en los alrededores de París. Era hijo único, y su padre, dedicado á pequeñas especulaciones de construcción, mantenía á la familia, en un modesto bienestar.
D. Gabriel añadió alzando la voz qué hendidura tan grande es esa que hay en el techo? Inés, si es verdad lo que me dices, dímelo otra vez, y alza la voz. Quiero que lo oigan doña María, D. Diego y los murciélagos. Calla; por haber estado tanto tiempo sin verme, merecerías... a ver, ¿que merecerías?
Te escribo solamente para cerciorarme de que esta angelical criatura sigue siendo el encanto de tu vida. Si no fuese así, dímelo y buscaremos un medio de que pase a mi poder. Te supongo enterada del paso que voy a dar. No quiero decirte nada. Era inevitable más tarde o más temprano.
No puedo pensar. Dímelo tú, que sabes más de la vida. Desde anoche que no tengo otro deseo que verte: me faltaba el tiempo para llegar aquí y llamarte. Tú eres lo único que me resta... Y miraba al doctor con ojos suplicantes, mientras éste se encogía de hombros, dudando de la eficacia de sus remedios para salvar á su primo. Me siento mal, Luis dijo quejumbrosamente Sánchez Morueta. Yo me conozco.
Piénsalo, pues, bien, y si hallas en tu imaginación algún asunto adecuado a tus facultades, dímelo y hablaremos. Con estas palabras Mario quedó profundamente meditabundo. Anduvo varios días inquieto, preocupado, silencioso. Al cabo, dirigiéndose a Miguel con brusco ademán y una particular sonrisa, cuya amargura no se le escapó a aquél, le dijo de pronto: He pensado en aquello, D. Miguel.
No hay nada que más me cargue que esto... decirle a uno que le van a preguntar una cosa y después no preguntársela. Se queda uno confuso y haciendo mil cálculos. Eso, eso, guárdalo bien... No le caerán moscas. Mira, hija de mi alma, cuando no se ha de tirar no se apunta. Ya tiraré... tiempo hay, hijito. Dímelo ahora... ¿Qué será, qué no será?
Doña Casta está furiosa, y mi tía, no puedes figurarte lo alborotada que está contra ti. Sobre este suceso de hoy se me ocurre a mí una cosa que te quiero comunicar». Dímelo, dímelo prontito indicó ella, que sin saber por qué, esperaba de aquel hombre, a quien tenía en tan poco ideas extrañas y quizás consoladoras.
Palabra del Dia
Otros Mirando