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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Y en busca del gran rey que todas las mañanas, luego de bañarse en el lago sagrado, se revolvía en montones de polvo de oro, cubriéndose de pies a cabeza con esta costra deslumbrante, avanzaban los aventureros por pantanos infinitos, hundiéndose en el légamo con la pesadez de sus armaduras, chapoteando como hipopótamos de acero en un fango de siglos.

Las entrevistas de los dos se desarrollaron con arreglo á lo que ella había leído en las novelas amorosas que tienen por escenario á París. Iba en busca de Julio temiendo ser reconocida, trémula de emoción, escogiendo los trajes más sombríos, cubriéndose el rostro con un velo tupido, «el velo de adulterio», como decían sus amigas.

Raquel, agachada bajo los golpes de Adriana, abría un medallón que llevaba al cuello con el retrato de su padre y exclamaba sollozando: "Para que papá vea lo que haces". Después, sobrecogida, se echaba a correr, seguida de Adriana y cubriéndose la cabeza con las manecitas abiertas. Pero Adriana ya no corría para pegarle, sino enloquecida de súbita piedad.

Regresamos al paso, sin cruzar una sola palabra, nuestros caballos emparejados, restregándose las quijadas y cubriéndose recíprocamente de espuma. Echó pie a tierra en la verja, atravesó a pie el patio fustigando la arena del suelo con el látigo, subió en derechura a su cuarto y no reapareció hasta la noche. A las ocho nos trajeron la correspondencia. Había una carta del señor De Nièvres.

Y comenzó el balandro a navegar, ciñendo y escorando; pero no como en la bahía, en plano perfectamente horizontal, sino entre balances y cabezadas, que iban acentuándose a medida que refrescaba la brisa y la mar se rizaba, cubriéndose de carneros y garranchos.

Azorado y en voz baja, y mirando a todas partes, como si temiese ver aparecer a los polizontes que invadían el palacio, le dijo: Pero ¿qué es esto?... ¡Habla, hija mía!... Currita se dejó caer en un sofá, cubriéndose el rostro con el pañuelo. ¡Estoy perdida! dijo. El respetable Butrón abrió la boca, como si fuera a tragarse un queso entero.

Cansado de este abandono, salió Fernando a la cubierta, y al dirigirse hacia el lado de proa, lo primero que vio en «el rincón de los besos» fue a Nélida tendida en una silla larga, con los ojos entornados, dejando al descubierto una buena parte de sus piernas, cubriéndose la cara con una mano como si quisiera ocultar su rubor, mientras a través de los dedos brillaban sus ojos de malicia.

Todos los años presenciaba la germinación primaveral de aquella tierra, cubriéndose de flores, impregnando el espacio de perfume, y, sin embargo, aquella noche, al ver sobre los campos el inmenso manto de nieve del azahar blanqueando a la luz de la luna, sintiose dominado por una dulce emoción.

Solo cuando sobrevenian huéspedes de mucho respeto y calidad, le era permitido comer con ellos fuera del refectorio; pero las pequeñas distinciones de esta especie estaban mas que compensadas en beneficio de la humildad cristiana, porque ese mismo abad que gobernaba la comunidad y podia castigar á los monges rebeldes é viciosos, y ante el cual se prosternaba el castigado hasta tocar con su frente el suelo, cubriéndose con la cogulla en señal de confusion, ese superior respetado y temido lavaba y besaba imitando á Jesucristo los piés á sus subordinados en el dia solemne que consagra la Iglesia á esta conmemoracion conmovedora.

Un grito de alegría resonó por todas partes: el alcalde y el cura se levantaron para ir al encuentro del joven; la madre de Carmen se mostró muy inquieta, y ésta se puso a temblar, cubriéndose su rostro de una palidez mortal.... Vamos, niña, le dije, tranquilícese Vd.; debe tener el corazón como una roca ese muchacho si no se muere de amor delante de Vd.

Palabra del Dia

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