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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Se puede decir que apenas vivía ya para otra cosa que para pensar en ellas, salvo el cortar puntualmente el cupón de sus títulos y comer algún guisado en el Puente de Vallecas o en los Cuatro Caminos.

El doctor Lorquin, con las mangas de la camisa dobladas hasta los codos y una sierra corta, de tres dedos de ancha, en la mano, se hallaba ocupado en cortar una pierna al pobre muchacho, mientras que Despois manejaba una gran esponja. La sangre espejeaba en la cubeta; Colard estaba más pálido que la muerte.

Algunas veces sucede que son vanos todos sus esfuerzos para conducir los pinos á la serrería que los ha de cortar; el agua falta en el arroyo, y contra todo el ingenio y la fuerza de los trabajadores, no pueden conseguir que floten las pesadas masas que se detienen en todas partes, sobre los bancos de arena, sobre las piedras del fondo y sobre las puntas de las rocas.

En nuestros países civilizados el campesino se encarga de cortar las raíces á hachazos y llevarse el tronco del árbol limpiando el suelo hasta de sus más pequeños trozos.

¡Yo no quiero!... ¡no quiero! exclamó con graciosa resolución. La verdad es que da lástima cortar un pelo tan hermoso dijo otra de las doncellas, que estaba planchando. ¿Qué quieres, hija? Quien manda, manda. Y tomando uno de los preciosos bucles de la cabellera, lo separó de un tijeretazo. ¡Déjame, Paula! gritó la niña. ¡Lo voy a decir a madrina!

Veíase aquí á dos religiosos cuyas manos y antebrazos teñía de rojo el mosto; más allá otro, anciano y robusto, llevaba al hombro el hacha con que acababa de cortar grandes haces de leña; seguíale el hermano esquilador, cuya ocupación denunciaban las enormes tijeras que llevaba colgadas al cinto y las vedijas de lana adheridas al sayal.

Andaba Sancho buscando la cabeza del gigante por todo el suelo, y, como no la hallaba, dijo: -Ya yo que todo lo desta casa es encantamento; que la otra vez, en este mesmo lugar donde ahora me hallo, me dieron muchos mojicones y porrazos, sin saber quién me los daba, y nunca pude ver a nadie; y ahora no parece por aquí esta cabeza que vi cortar por mis mismísimos ojos, y la sangre corría del cuerpo como de una fuente.

La mujer aceptaba aquellos cuidados como había aceptado las limosnas, sin dar las gracias y como cosa debida. Los niños se habían diseminado por el campo, adonde los había enviado Luciana a cortar amapolas. No quedaba en la choza más que la hija mayor, sentada en una piedra que servía de mesa y de banco.

En cuanto divisó a Tristán se precipitó hacia él y cayó en sus brazos llorando de alegría: ¡Hemos triunfado! Ya que has salido siete veces a escena... Si yo hubiera estado en el teatro me dejo cortar las manos si no sales catorce. ¿Pero es de veras que has estado preso? Ya lo creo, por haber querido explicar el argumento a un tío que no comprendía por qué gustaba tu obra.

No ha de haber necesidad de nada, Rufino, porque esta fiesta no ha de repetirse. Más vale así, niño; ¡mire que seria una lástima!... ¿Y usted tiene todo listo para regresar mañana, Rufino? le preguntó Lorenzo para cortar la conversación. , niño, todo, sólo me faltan unas cartas que me dijo don Melchor que me iba a dar.

Palabra del Dia

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