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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Gonzalo se echó a reir. Ella, que había hablado con más viveza que de costumbre, se puso colorada y bajó la cabeza. Pero a ti nadie te ha cortado la lengua. Para este caso haz cuenta que me la han cortado. Bien, entonces me lo dirás por escrito dijo él riendo. Al mismo tiempo levantó vivamente la cabeza hacia la puerta que se había abierto. Era Piscis.
Decid, socarrón de lengua viperina, ¿y quién pensáis que ha ganado este reino y cortado la cabeza a este gigante, y héchoos a vos marqués, que todo esto doy ya por hecho y por cosa pasada en cosa juzgada, si no es el valor de Dulcinea, tomando a mi brazo por instrumento de sus hazañas?
Y por último el inglés Dechard, de cara estrecha y larga, cabello cortado al rape y bronceado color. Tenía muy arrogante presencia, ancho de hombros, delgada la cintura. «Buena espada, pero un bribón de marca,» me dije al verlo. Le hablé en inglés, con ligero acento extranjero y vi asomar a sus labios una sonrisa, que reprimió en seguida.
Sí, pero refiérame la historia de toda esta gran riqueza le dije con instancia, porque había cortado uno o dos de los sacos de cuero y descubierto que cada uno de ellos rebosaba de oro y piedras preciosas, incrustadas en su mayoría en crucifijos y ornamentos eclesiásticos. EN EL QUE SE REFIERE UNA HISTORIA EXTRA
De no hablarle Rafael, no hubiera podido adivinar aquellas tristezas que habían cortado sus amores. Transcurrió más de una hora sin que pudiese hablar a solas con su hermana. En las miradas fijas de Fermín parecía adivinar la moza algo de sus pensamientos.
Por un rey mago, negro por más señas, hubo unos dramas que acabaron en leña por partida doble, es decir, que Barbarita azotaba alternadamente uno y otro par de nalgas como el que toca los timbales; y todo porque Jacinta le había cortado la cola al camello del rey negro; cola de cerda, no vayan a creer... «Envidiosa». «Acusón»... Ya tenían ambos la edad en que un misterioso respeto les prohibía darse besos, y se trataban con vivo cariño fraternal.
Era un hombre alto, corpulento, de treinta a treinta y dos años de edad, la fisonomía dulce y las facciones correctas: gastaba el pelo cortado a punta de tijera y la barba luenga, rubia y sedosa. En aquel momento su rostro estaba pálido y revelaba profunda inquietud.
Hemos cortado los árboles a hachazos, ni más ni menos que en una selva virgen. He pedido clemencia para los naranjos, porque ya sabrá usted que me he reconciliado con el olor de las flores. Sin embargo, no me las ponen en la habitación; sólo las tolero al aire libre. El perfume que las flores cortadas exhalan en un lugar cerrado me sube al cerebro como un olor de muerte, y esto me entristece.
El joven, cada vez más cortado, extiende lentamente el brazo y, tomando por la mano á la niña, que la condesa tiene reclinada sobre el regazo, la atrae con suavidad hacia sí, la mete entre sus rodillas y, besándola, la dice muy quedo: ¿Cómo te llamas? Emilia. Es un nombre muy bonito. ¿Quieres mucho á tus hermanos? Sí. ¿Y á tus papás? Sí.
Esta torre no está arruinada; conserva hoy toda su altura primitiva, que pasa de cien pies, y las hiladas regulares de granito que componen el magnífico aparato octogonal, le dan el aspecto de un trozo formidable cortado ayer, por el más puro cincel. Nada más imponente, más orgulloso ni más sombrío que este viejo torreón, impasible en medio de los tiempos, y aislado en la espesura de los bosques.
Palabra del Dia
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