Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de mayo de 2025


Era mujer de unos cuarenta años, de regular estatura, metida en carnes, que no habría sido fea a los veinte, de fisonomía abierta y simpática, pero ordinaria; el talle y la figura más ordinarios aún, porque el vientre le había crecido en los últimos años mucho más de la cuenta y no había corsé que lo sujetase; la voz aguda y desentonada, los ademanes bruscos y el mirar dulce y halagüeño: vestía un traje de terciopelo de color castaño, que en aquella época era el sumo lujo entre las señoras de calidad; mas advertíase que aquel terciopelo no estaba tan bien pegado a sus carnes como era de esperar, dado el aspecto imponente y el concertado gusto y elegancia que reinaban en la casa.

«¡Tiene gracia! se dijo Krilov, volviendo a otro lado los ojos y tratando de dar a su rostro una expresión de indiferencia . Le dan miedo mis gafas azules; todas estas muchachas están seguras de que un hombre con gafas azules es un espía... Lleva probablemente proclamas escondidas en el corsé.

Después de dar una vuelta por el cuarto de los niños para ver si estaban desabrigados o si Isabelita tenía pesadilla, Rosalía charlaba un poco con su marido, mientras iba soltando una por una sus galas, sus faldas y aquella máquina del corsé donde su carne, prisionera, reclamaba con muy visibles modos la libertad.

Pero su gran argumento consistía en presentarse de perfil: ¿Ven ustedes? Nada. Y se apretaba el corsé más y más cada día, sin miedo, despreciando consejos de la prudencia y de la higiene. Se portaba como una pobre doncella para quien dejar de serlo fuera una gran vergüenza, y que quisiera esconder la prueba de su ignominia.

Yo no salía a paseo porque él no quería; me obligó a no dar la mano a ningún hombre, me quitó el flequillo del pelo, me quitó el corsé... ¿Cómo el corsé? pregunté sorprendido. , señor; el corsé... ¿Uté no sabe? Aquí hay muchos que no quieren que sus novias gasten corsé... porque así gustan menos a los otros... Los amores de Matildita habían terminado de un modo tristísimo.

Vestía bata flotante de percal claro; no debía de llevar corsé, porque se le notaba el temblor de las carnes libres; estaba recién peinada, y de su cuerpo se desprendía aquella emanación intensa de perfumes baratos con que el estanquero experimentó sensaciones indefinibles cuando habló por primera vez con Mariquilla.

Olor de polilla y de flores mustias y de perfumería podrida y descompuesta por la vejez, salía de aquellos despojos. Veíanse también por el suelo, junto al armario, zapatos y botitas apenas usados, y un corsé cuyo cordón suelto describía rúbricas por el suelo. Mirando esto, la marquesa recordó el más triste detalle de aquel día triste.

En estas ocupaciones estaba, mal ceñidas las faldas, sin corsé y descubiertas con negligente desnudez las dos terceras partes de su voluminoso seno, cuando una persona entró en la casa, y acercándose al cuarto de la diosa, dió un par de golpecitos en la puerta. ¿Quién? dijo alarmada la vizcaína. Yo. Por Dios, Carrascosa, no entre usted, que estoy....

Una arrojaba su mantón al redondel; otra, por ser más, añadía la blusa y el corsé; otra llegaba a despojarse de la falda, y los espectadores agarrábanlas riendo para que no se arrojasen a la arena o no quedaran en camisa.

Transcurridos algunos días, dijo al vejestorio: Oye, capitalista, lo del corsé lo mismo me da una semana que otra; pero la cama está hecha peazos, y el herrero pide tres duros por componerla. ¿Tres duros? ¡ sabes cómo está, si parece que dan batallas encima! ¿Y ha de ser el herrero? Con un cordel o un alambre la dejo yo más firme que el propio suelo.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando