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Soledad y fúnebre silencio reinaban en la fría y desierta amplitud del éter sin límites. Muy lejos, muy lejos de los hombres tenían que subir los coros celestiales para acercarse al primer móvil y descubrir el Empíreo. Así se atormentaba Morsamor con cavilaciones nacidas de vanidad atrabiliaria en que muchos después de él han caído y caen.

Desde la rodilla reinaban unas medias calzas de mal pardillo, condecorado con los cuatro títulos de revuelto, roto, raído y remendado, y con esto y un mal gabán pasado con mangas por los hombros se cumplía la buena traza de aquella persona, si es que no contamos un zurroncillo como de pastor que le adornaba las espaldas.

Una barrica de harina, ingeniosamente transformada, constituía el sillón del paralítico. En conjunto, puede afirmarse que la limpieza más exquisita y el más pintoresco gusto reinaban en los escasos detalles de aquella rústica vivienda. La merienda fue un triunfo culinario.

Decía así en la primera: «Este santo tribunal de la Inquisición contra la perversidad de los herejes en los reinos de España tuvo principio en Sevilla en 1481, ocupando la silla apostólica Sixto IV, quien la concedió á instancia de Fernando V é Isabel, que reinaban en dichos reinos. Fué el primer inquisidor general Fr.

Dentro de las casas reinaban, por el contrario, la animación y el bullicio, por estar recogidos los habitantes todos al amor de los hogares, donde ardían encinas enteras. Fuera, todo estaba congelado, incluso la guerra, que había dejado de moverse en el campo para latir en el corazón de las viviendas.

Entre todos los pasajeros se distinguía un joven como de veinticuatro años, cuyo noble y sencillo continente, y cuyo rostro hermoso y apacible no daban señales de la más pequeña alteración. Era alto y de gentil talante; y en la apostura de su cabeza reinaban una gracia y una dignidad admirables.

Y se sentaba en el umbral de la puerta del comedor, viendo barrer el patio a la india, admirando la limpieza y el orden que allí reinaban, mucho más agradables que el lujo y la farsa de Esteven; el pequeño jardín daba gloria verle, tan verdecito y tan cuidado. ¡Hola! ya estás aquí decía en esto la voz simpática de misia Casilda.

Mucha parte de la frialdad marmórea de que parecía estar dotada Ester, debe atribuirse á la circunstancia de que se había operado un gran cambio en su vida, reinando ahora el pensamiento donde antes reinaban la pasión y los sentimientos.

Los católicos conservan a la muerte todo el respeto solemne que Dios le ha dado, adoptándola él mismo como sacrificio de expiación. Reinaban un silencio y una calma llena de majestad, en aquel humilde recinto donde acababa de penetrar la muerte. Fuera, seguía desencadenada y rugiente la tempestad. Adentro todo era reposo y paz.

Todas exclamaron en coro en medio de las risas que reinaban: ¡Oh! Francisca... 3 de diciembre. He pasado una gran parte del día en la Catedral. Hoy era la fiesta de Santa Catalina, fiesta parroquial tan sólo, pero interesante por el gran número de personas a quienes se refiere. ¡Cuántas distracciones tuve en la misa mayor!