Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
Ahora te ha dado por proteger a ese Tenorio fiambre, y le quieres más que a mí, y a él le atiendes y a mí no, y de él te da lástima, y a mí, que tanto te quiero, que me parta un rayo». Rompió a llorar la señora, y Benina que ya sentía ganas de contestar a tanta impertinencia dándole azotes como a un niño mañoso, al ver las lágrimas se compadeció.
Se había vestido precipitadamente, parecía asustada, y antes de que Robledo la saludase, preguntó con ansiedad: ¿Le ha ocurrido alguna desgracia á Watson?... ¿Por qué viene usted á estas horas?... Sonrió Robledo irónicamente antes de contestar. Watson está bien; y si vengo á tales horas, es para hablarle de otro.
Don Ramón bajó la cabeza sin contestar. Ambos quedaron silenciosos. Al cabo Clara, alzando la frente, dijo con resolución: Vamos allá. Voy a ponerme otra ropa y a prevenir a la niñera. Lo que pasaba por el corazón de la joven esposa en aquel momento no es fácil definir.
Así, así respondió Cecilia fijando en él sus ojos grandes, llenos de luz. Mucho, sí; ayer no tenías bordado ese clavel... digo, me parece que es clavel... Es jazmín. Ni esas dos hojas más. ¡Bah! Eso no es nada. ¿Y qué es lo que estás bordando? Cecilia siguió moviendo la aguja sin contestar. ¿Qué es lo que bordas? preguntó Gonzalo en voz, más alta, pensando que no le había oído.
El primer día que la vi le pregunté a D. Oscar, que iba conmigo: ¿Quién es esta joven? Tardó en contestar, y dijo al cabo con acento donde se traslucía sorda hostilidad: La hija de doña Tula. ¿Tiene más que ésta? No... Y es bastante. Me abstuve de insistir, porque el tono del enano era concluyente y revelaba mal humor.
¡De acabar! ¡de acabar! ¿y qué ha de acabar? Esta agonía que me devora, esta muerte en vida. Dorotea, yo necesito saber lo que piensas hacer. ¿Qué? dijo Dorotea sonriendo tristemente ¡vengarme! ¡No, tú no le matarás! dijo el bufón ; ¡le amas demasiado! ¡no te atreverás! ¿Dónde está el dulce envenenado, Manuel? dijo Dorotea sin contestar á la observación del tío Manolillo.
Miguel le preguntaba por señas: ella sonreía sin contestar. Entonces el joven se hizo el enojado y evitó a su vez el encontrarse con ella. Maximina comenzó a echarle miradas tristes y tímidas, que observaba riendo interiormente. Al fin, una noche por propia iniciativa, aquélla vino a sentarse a su lado.
Todos se habían sentado y veían con admiración al valiente muchacho cortar, despedazar, empinar el codo, mirar luego a Luisa y a su madre con ojos tiernos, y contestar a unos y otros sin perder bocado.
No se olvide de escribirme, Antoñita. ¿Lo hará usted así? La joven no se sintió con fuerzas para contestar ni para seguirles. Los dos se despidieron de ella con un ademán y salieron precipitadamente. Pero, merced a una extraña reacción, Antoñita, tan pronto como ellos desaparecieron recobró toda su energía y corriendo a la ventana de la estancia que daba al patio la abrió.
Luisa mira desde su balcon, y mi mujer y yo nos retiramos, porque á mi mujer le sucede lo propio que á mí: no tiene valor para sufrir con calma aquel triste saludo de un corazon despedazado, no tiene valor para contestar á Luisa con una mirada de compasion y de inteligencia, que querria decir: ¡pobre mujer! ya sé tu desgracia, tu martirio, tu culpa, tu deshonra.
Palabra del Dia
Otros Mirando