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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Luego, una vecina le cogió en sus brazos, sin contestar a las preguntas que la hacía él con infantil balbuceo. «¡Hijo mío! ¡pobrecito!» era lo único que sabía decir aquella mujer: se acordaba bien.
«Lo mejor será llamar». Salió a los pasillos en zapatillas. ¡Petra! ¡Petra! dijo, queriendo dar voces sin hacer ruido. Petra, Petra.... ¡Qué diablos! cómo ha de contestar si ya no está en casa... la pícara costumbre, el hombre es un animal de costumbres. Suspiró don Víctor.
Todo de negro, abrochada la levita ceñida hasta el cuello, don Álvaro, pálido, mordía de rato en rato el puro habano que tenía en la boca, sonreía a veces y se volvía de cuando en cuando a contestar a un interlocutor, invisible para Visita. Era don Víctor Quintanar.
El director de La Monarquía balbució algunas palabras manifestando su sentimiento, a las cuales el herido no pudo contestar. El médico le hizo la primera cura y acto continuo fue trasladado al coche, que le llevó en compañía de aquél y sus padrinos a casa. El pronóstico del médico fue reservado en los primeros momentos.
Esas recetas populares llegaron á noticia y fueron recogidas por Russell, abriéndole el camino y ayudándole grandemente á contestar á la grave pregunta que le dirigía el Duque de Newcastle. De su respuesta, hizo un libro importante y curioso titulado: Tabe glandulari, seu de usu aquæ marinæ, 1750.
Y la esposa no podía contestar a su suegra cuando le venía con aquellas historias... Con qué cara le diría: «Pues no hay tal modelo, no señora, no hay tal modelo, y cuando yo lo digo, bien sabido me lo tendré». Pensando en esto, pasó Jacinta parte de aquella noche, atando cabos, como ella decía, para ver si de los hechos aislados lograba sacar alguna afirmación.
Yo quedé con un agudo dolor. Don Hugo me escribió al poco tiempo una carta muy tierna que aumentó mi amor hacia él. Con el afán de poder leer sus cartas, de poder escribirle, aprendí en muy poco tiempo á leer y á escribir. Al año pude contestar, aunque mal, por mí misma á aquel amante que se me había entrado en el alma, y á quien debía el verme cambiada en otra.
No todos los hombres iban a ser tan adustos y distraídos como uno que ella conocía aquí Ojeda saludó irónicamente, no sabiendo qué contestar . Tenía antiguos amigos en Argentina: señores que había conocido durante su paso por Madrid; unos, americanos; otros, españoles establecidos en Buenos Aires. Ignoraba sus domicilios, pero ella averiguaría.
A un instinto verdaderamente piadoso sólo esto se le puede contestar: es que la humanidad está tan mal organizada, que no hay que dar a escoger a los pueblos entre la paz y la libertad, porque es tan de origen divino la una como la otra; la libertad es tan divina como la paz.
Pero Miguel, con la imprevisión temeraria de la juventud, hacía caso omiso de este desprecio, y solía contestar a aquellas miradas con una sonrisa dulce y un si es no es burlona que iba amontonando la cólera en el pecho del feroz cadete. La tempestad rugía ya sobre la cabeza de nuestro joven, y él seguía tan sosegado como si estuviese bajo un cielo azul y sereno.
Palabra del Dia
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