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Actualizado: 30 de abril de 2025


Pedro de Tapia, dieron una espléndida comida á todos los que habian sido atacados de la peste y sobrevivido á esta gran calamidad; llevaron en procesion las santas imágenes de J. C. crucificado y de S. Sebastian que se veneran en el altar del Punto, y á la vuelta las colocaron en la capilla del Sagrario, donde celebraron fiestas y rogativas por nueve dias.

Detrás venían seis ú ocho sacerdotes, casi todos los que contaba el concejo. Dieron la vuelta al templo y sobre el altar portátil levantado á sus espaldas colocaron la imagen. Allí se celebraba la misa al aire libre el día de la fiesta. La pequeña iglesia no podía contener á la muchedumbre de los fieles.

En la puerta aparecieron dos sombras; eran dos prometidos. Ambos avanzaron tímidamente, él dando vueltas al sombrero, y ella echando una mirada furtiva a la parisiense. La guardiana, arrancada a su sueño, sonreía con malicia mostrando sus cirios. Los novios eligieron dos del mismo largo, los encendieron juntos gravemente y los colocaron en el altar.

Sus pañuelos de cien colores agitándose producían mágico efecto en los ojos; pero sus rostros frescos de nieve y rosas y sus gargantas amasadas con puras natas hacían latir de felicidad el corazón. Colocaron á la novilla delante, la novilla ofrecida á la Virgen por el pueblo de Canzana. Era un hermoso animal de pelo rojo y brillante.

Ambos se colocaron rodillas con rodillas, poniendo en medio el papel grasiento que contenía aquel montón de cadáveres fritos, y empezaron a comer con la prisa que su mucha hambre les daba. «¡Ay, qué ricos están! Mira qué pechuga... Este para ti, que está muy gordito». No, para ti, para ti. La mano de ella era tenedor para la boca de él, y viceversa.

¡Vamos! ¡Pie a tierra! dijo Divès a sus hombres ; no hay que dormirse. ¡Aquí un cartucho! ¡Una bala! ¡Ahora, estopa! Nosotros somos los que vamos a limpiar el camino. ¡Cuidado! Los contrabandistas se colocaron en posición, y el fuego continuó contra los uniformes blancos con entusiasmo. Las balas atravesaban de una punta a otra las filas enemigas.

Esta y Encarnación, que alzó en sus brazos a Riquín, se colocaron en la embocadura del callejón de San Ginés, lugar donde no era grande la aglomeración de gente, con la ventaja de una retirada segura en caso de corrida o apretujones. «Todavía es temprano.

Colocaron a esta respetable familia dentro de un carro escoltado por gendarmes, y la condujeron en medio de un espantoso alboroto y de gritos de muerte hasta Autún. Había en este pueblo una inmensa cárcel destinada a encerrar todos los sospechosos de la provincia. Mi padre, por una excepción de la cual ignoro la causa, fue separado del resto de la familia y encerrado en la cárcel de Mâcón.

Después le colocaron en el Ministerio, y casó con la de Castroponce, que le aportó dos millones. Hízose diputado y gerente del ferrocarril de Albarracín. Aquí empiezan sus triunfos. Como tiene amistad con el ministro y allá se gobiernan bien los dos, hace lo que quiere.

Baltasar y Borrén, de americana y hongo, se colocaron entre la apiñada muchedumbre y quizá le murmuraron al oído cien mil dislates; pero no estaba el alcacer para gaitas, es decir, no estaba Amparo de humor de requiebros, hallándose exclusivamente poseída del fervor político. Sentíase sobreexcitada, febril, en días tan memorables.

Palabra del Dia

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