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La escuadra de que formaba parte la nave de Morsamor, viniendo a ser complemento de dicha grande flota, con la misma felicidad que había pasado el Cabo, aportó más tarde a Sofala, puerto muy estimado entonces de los portugueses por creer que era el antiguo Ofir, de donde Salomón e Hiran llevaron a Jerusalén mucho oro.

Cosas maravillosas nos diria cerca del mal físico, y del mal moral, que cubren mares y tierras, y yo tuviera valor para hacerle con mucho respeto algunos reparillos. Miéntras contaba cada uno su historia, iba andando el navío, y al fin aportó á Buenos-Ayres.

De propio, y con asiduo trabajo, se había ido creando una numerosa clientela de abogado, en cuya engañosa profesión, entre nosotros perniciosamente esparcida, le hicieron entrar, más que su voluntad, dada a más activas y generosas labores, los deseos de su padre, que en la defensa de casos limpios de comercio había acrecentado el haber que aportó al matrimonio su esposa.

Después le colocaron en el Ministerio, y casó con la de Castroponce, que le aportó dos millones. Hízose diputado y gerente del ferrocarril de Albarracín. Aquí empiezan sus triunfos. Como tiene amistad con el ministro y allá se gobiernan bien los dos, hace lo que quiere.

Tales sectarios fugitivos fueron los fundadores de la colonia de Melinda, donde se habían dado tan buena maña que habían atraído millares y millares de negros, formando un reino importante del que dichos negros constituían la numerosa plebe. Cuando Vasco de Gama aportó allí veinte y tres años antes, el rey melindeño, que era muy pacífico, le recibió leal y amistosamente.

En el tiempo de que voy hablando, aportó a Río, como secretario de la Legación de Su Majestad Británica, un inglesito joven y guapo; probablemente tendría ya cerca de treinta años, pero su rostro era muy aniñado y parecía de mucha menor edad.

Yo soy enteramente americana en ese concepto y quiero, si me caso con usted, señor de Sorege, no tenerme que arrepentir de llevar su nombre. Tiene usted muchísima razón, miss Maud, pues es lo único que aporto al matrimonio, ó poco menos. Pero ¿sospecha usted que mi nombre pueda estar comprometido? Señor conde, hay muchas maneras de estarlo.

Al tiempo que las dos Coronas de Castilla y Portugal procuraban dilatar su imperio en estas Indias Occidentales, Alejo García, alentadísimo portugués, deseoso de servir al rey D. Juan el II, su amo, con las conquistas de nuevas provincias, tomando en el Brasil tres compañeros de su mismo ánimo y valor, después de haber caminado por tierra trescientas leguas hasta llegar á las costas del Paraguay, alistó por soldados dos mil indios: y habiendo caminado con ellos otras quinientas leguas por aquel río, aportó á los confines del imperio del Inga, donde, habiendo recogido mucho oro y plata, se volvió al Brasil; pero los bárbaros le quitaron á traición la vida.

Así aportó al arte de la pintura un elemento nuevo o del cual se había hecho poco caso; el aire interpuesto no sólo entre cada miembro del cuadro, sino entre éste y quien lo observa. De esta condición nace su indiscutible superioridad sobre todos los pintores.

La pobrecita Condesa no le había dado ninguno durante ocho años de matrimonio. Aquella señora era una santa; muy sufrida, muy prudente y muy buena cristiana. Doña Luz empezó a dar visibles muestras de interesarse en la narración. Don Gregorio siguió diciendo: La Condesa aportó al matrimonio cuantiosos bienes.