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Actualizado: 14 de junio de 2025
D. José Salamanca busca siempre la fama real, sensible, presente, bulliciosa; la fama que se oiga, que se vea, que se toque; esa fama que equivale al crédito; ese crédito que es un gran capital, un gran fondo, un grande y universal gerente. D. José Salamanca es un esclavo de la opinion pública, para hacerse dueño del público. Quema incienso á la sociedad, para que la sociedad se lo queme á él.
Después le colocaron en el Ministerio, y casó con la de Castroponce, que le aportó dos millones. Hízose diputado y gerente del ferrocarril de Albarracín. Aquí empiezan sus triunfos. Como tiene amistad con el ministro y allá se gobiernan bien los dos, hace lo que quiere.
En el antedespacho de los gerentes de Banco, los ordenanzas le ofrecían asiento misericordiosamente, dudando de que el personaje que estaba al otro lado de la puerta se dignase recibirlo. Pero apenas sonaba adentro su nombre, el mismo gerente corría á abrir. Y el pobre empleado quedaba estupefacto al escuchar cómo el gaucho decía, á guisa de saludo: «Vengo á que me den trescientos mil pesos.
Andrés, después de asomar la cabeza por las ventanillas y mirar y remirar en vano, se atrevió a preguntar a sus compañeros: ¿Qué significa esta detención? Nada, que se apeará aquí el gerente. ¡Ah! Marido y mujer cambiaron entonces una mirada menos vaga y mortecina que las que ordinariamente despedían sus ojos revestidos de carne. Un mismo pensamiento cruzó por sus acuosas masas encefálicas.
Hacíase esta rectificación a pedido de su hermano, el distinguido caballero don Adolfo Itualde, gerente de la sucursal del Banco de la Nación.» Nadie creyó el desmentido. El capitán Pérez siguió siendo, para todo el Tandil, el pretendiente predilecto de Coca, su novio o su futuro novio...
De Buenos Aires llegaron órdenes de movilización inmediata; el encargado del obraje pidió mulas y alzaprimas; le respondieron que con el dinero de la primera jangada a recibir le remitirían las mulas, y el gerente contestó que con esa mulas anticipadas, les mandaría la primer jangada.
El gerente estaba preparado, sin embargo, pues, media hora antes, el médico le había manifestado que el desconocido no tenía remedio. Desde el principio su enfermedad había sido un caso sin esperanza.
Y siguió paseando por la sala con la misma calma. ¿Quiere usted facturar el baúl? ¡Ah! Sí, señor; se me olvidaba. Facturado el baúl, creyó que podía salir a dar algunas vueltas fuera de la estación. No se aleje usted mucho, caballero: el señor gerente no tardará en llegar: suele ser puntual.
Usted dispense, caballero prosiguió volviendo los ojos a Andrés; pero este mozo es más animal que el andar a pie... Hoy no podemos salir a la hora en punto, porque va el señor gerente con el ingeniero a reconocer unas minas... De todos modos, no será cosa lo que nos retrasemos... Andrés levantó la mano, como diciendo: ¡Por mí no se molesten ustedes!
Señora dije á mi excelente amiga la señora de Laroque, tiene usted necesidad de un intendente, de un gerente para su fortuna: yo le ofrezco uno.
Palabra del Dia
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