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Tanto mejor si me engaño, hijo mío, pues yo te aseguro que, de haberlo esperado, te habrías de arrepentir temprano o tarde... Más que ella vales, no hay que dudarlo; pero esas señoras se creen hechas de otra pasta que nosotros.

Doña Paulita, que ya tenía la palabra en la nariz para reprender á Clara, se conmovió al verla ulcerar, y la tranquilizó diciéndole: La Magdalena pecó y fué perdonada. Lo que ahora le falta á usted es un sincero arrepentimiento. ¿Pero de qué me he de arrepentir? dijo Clara sollozando. ¡Jesús! ¡qué tono tan del día y tan ... liberal! exclamó Salomé, creyendo decir una gracia.

Me miraba como un perro a quien se ha salvado la vida, y mientras tanto, sus oscuras manos buscaban y rebuscaban en la faja y en los bolsillos. Esto casi me hizo arrepentir de mi generosidad, y mientras el gañán buscaba, yo metía mano en el cinto y empuñaba mi revólver. ¡Si creía pillarme descuidado! Tiró él de su faja, sacando algo, y yo le imité sacando de la funda medio revólver.

Estaba ocupada en levantar los tronos abatidos, en componer himnos funestos, en volver la corona a los reyes desterrados, en vengar a los hombres de sus enemigos a fin de hacerlos arrepentir de sus venganzas.

No espero ni creo hallarme mejor en ninguna parte del mundo, mi buena tía María dijo Stein. Algún día repuso ella se ha de arrepentir usted. ¡Y el pobre tío Pedro! ¡Dios mío! ¿Por qué ha llegado acá el barullo del mundo? Don Modesto entró en aquel instante.

Yo soy enteramente americana en ese concepto y quiero, si me caso con usted, señor de Sorege, no tenerme que arrepentir de llevar su nombre. Tiene usted muchísima razón, miss Maud, pues es lo único que aporto al matrimonio, ó poco menos. Pero ¿sospecha usted que mi nombre pueda estar comprometido? Señor conde, hay muchas maneras de estarlo.

Lo mismo digo yo dijo Cortado ; pero para todo hay remedio, si no es para la muerte, y el que vuesa merced podrá tomar es, lo primero y principal, tener paciencia; que de menos nos hizo Dios, y un día viene tras otro día, y donde las dan las toman, y podría ser que, con el tiempo, el que llevó la bolsa se viniese a arrepentir, y se la volviese a vuesa merced sahumada.

Pues bien, sabrás de lo que soy capaz cuando se me fuerza. Me lo habían dicho y ya lo he visto. Pero jamás me hubiera atrevido á creer que usted, tan buena, se convirtiese hasta tal punto en perversa. Yo te haré arrepentir de lo que has hecho. Usted me hará arrepentir de haberla amado: nada más. ¡Herminia!

Masicas es una gran persona, que lo lleva a uno por la nariz, y uno se deja llevar: Masicas me vuelve del revés, y me saca todo lo que tengo en el corazón: Masicas sabe mucho. Pues mira, leñador, que yo no soy camarón como parezco, sino una maga de mucho poder, y si me oyes, tu mujer se contentará, y si no me oyes, toda la vida te has de arrepentir.

Si mi amigo Miguel de Cervantes viviese, juro á Dios, que al ver lo que me pasa, había de escribir un libro intitulado «Trabajos de don Francisco», que le había de dar más fama que el Ingenioso Hidalgo. Sin embargo, noto que no se os ha cansado la lengua. ¡Ah, lengua mía! quemarála yo, si no me doliera, para que no tuviese que hacerme arrepentir.