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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Después, en las horas que siguieron hasta la de la partida, se mostró tan jovial, tan charlatana, que en más de una ocasión logró que la frente de Elena se desarrugase y una sonrisa contrajese sus labios. En fin, hasta les cantó los couplets de los Pajaritos fritos y tocó el tango de las Cacerolas. Pero Elena no podía dominar un sentimiento de vergüenza que se leía claramente en sus ojos.
Su asiento en la mesa, tanto a la hora de la comida como del almuerzo, quedaba desocupado con una frecuencia alarmante, a pesar de las protestas de la tía de no hacer pasteles fritos, ni carbonada, ni ninguno de los platos criollos, que no le gustaban: se levantaba a las doce, salía, y no volvía hasta las tres o cuatro de la madrugada.
Para servirlos fritos se rebozan en harina, huevo batido y miga de pan, friéndolos hasta que estén dorados. Cuando son asados se unta bien con aceite la parrilla, poniéndola sobre fuego bastante vivo; se les da vuelta con cuidado para que no se estropeen; la parrilla se unta segunda vez y cuando están a punto se colocan en una fuente con salsa de tomate.
RANAS CON HUEVOS. Se pone a cocer en una vasija ancha agua con sal, perejil y ajos fritos con todas especias; cuando esté cociendo se echan las ranas para cocerlas y cuatro o seis huevos estrellados, esparciéndolas, y sirviéndolas muy calientes. FRITO DE RANAS. Sólo las ancas, después de despellejadas y bien limpias, se cuecen con sal, perejil, ajos fritos y todas especias.
SESOS FRITOS. Se les quita la película que los cubre y todos los hilos de sangre; se lavan en varias aguas y se ponen a hervir en agua con vinagre, sal y cebolla, durante media hora; una vez hervidos, sepárense del agua y córtense en trozos, envolviéndolos en harina y huevo batido y friéndolos en aceite bien caliente.
Se cuecen en agua y sal coles de Bruselas, y bien exprimidas se fríen con manteca de vaca, ajo y perejil; se vuelca el molde, que será de los que dejan agujero en medio, y ese agujero se rellena con las coles, poniendo huevos fritos por encima, y alrededor de la fuente un adorno de huevos duros y patatas fritas.
En la mesa, los comensales mascaban con buen ánimo. Al caldo, espeso y harinoso, siguió un cocido sólido, donde abundaba el puerco: los días de caza, el imprescindible puchero se tomaba de noche, pues al monte no había medio de llevarlo. Una fuente de chorizos y huevos fritos desencadenó la sed, ya alborotada con la sal del cerdo. El marqués dio al codo a Primitivo.
No se le comenzó a tener en tanto como él quería, hasta que corrió por uno y otro concejo montañés la noticia, verdadera, de que en una apuesta con un capataz de las minas le había dejado el alemán al español en la docena y media de huevos fritos, mientras él, Körner, llegaba a tragarse las dos docenas muy holgadamente, y ponía remate a la hazaña engulléndose dos besugos.
Por fin, en no sé cuál apareció una mujer, que tenía delante una mesilla con licores, rosquillas, pasteles adornados con hormigas y unos... ¿qué era aquello? «¡Pájaros fritos! gritó Jacinta a punto que Juan bajaba del vagón . Tráete una docena... No... oye, dos docenas». Y otra vez el tren en marcha.
SALMIGONDIS. Para aprovechar la carne del cocido y cualquier otra, se coloca en una cacerola con trocitos de jamón y chorizo fritos; se fríe cebolla muy picada y tomate, y cuando está hecho se vierte sobre la carne, haciendo hervir todo junto, poniendo también un cacillo de caldo y pimientos cortados en tiras.
Palabra del Dia
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