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Actualizado: 21 de julio de 2025


La imagen de su familia hambrienta y sin hogar le dió una agresividad colérica. Hasta sintió deseos de acometer á aquella gente sólo por haberle exigido tal monstruosidad. ¿T'en vas? ¿t'en vas? preguntaba Pimentó, cada vez más fosco y amenazante. ¿Te vas? ¿te vas? No, no se iba. Lo dijo con la cabeza, con su sonrisa de desprecio, con una mirada de firmeza y de reto que fijó en todo el corro.

No había terminado aún esta pregunta, cuando una mirada colérica de la señorita Margarita me advertía que me hacía sospechoso de no qué irreverencia burlona. Aun cuando no me sintiese realmente culpable sino de una necia torpeza, me apresuré á dar á la conversación un giro más agradable.

¿No me ha hecho en toda ocasión elogios exagerados de la nueva aya? ¿No me habéis pintado a vuestra amiga como una mujer buena, atenta y amable? ¿No llegasteis hasta hacerme creer vos misma que estaba agradecida a mi amistad y me tenía algún afecto? ¿Y no es así, señor? Callaos, Catalina; el aya es orgullosa, mal educada y colérica.

Al fin, una noche, hallándose todos los amigos reunidos en la tienda, Velázquez, que estaba de vena, se aventuró á soltar una pullita á su querida, de aquellas con que antes la regalaba y que no pocas veces la hacían derramar lágrimas en presencia de la reunión. Soledad alzó la cabeza vivamente y le clavó una larga mirada luciente y colérica.

Mientras que el novio veía expresada por la música su propia desesperación y se complacía en desear el aniquilamiento y la destrucción de este mundo miserable que para él carecía de valor desde que Magdalena lo había abandonado, el alma angustiada del padre, menos colérica que la juvenil de Amaury, tembló ante el versículo, revelador de la majestad de Dios tonante que acababa de absolver a su hija y muy pronto debía juzgarle a él mismo. ¡Qué pequeño, y qué humilde se sintió en aquella ocasión el soberbio doctor, el sabio entre los sabios!

¿Qué estás mirando, gallega bruta? preguntole de pronto el Chucro, con colérica voz ¿Por qué no ponés salmuera al asado? Se me olvidaba... repuso ella. Voy a ponerle. Sin manifestar su atención, Peñálvez seguía mientras tanto cavando la fosa del comisario... «¡Pobre comisario! decíase.

Notó Julián que el marqués, a diferencia de algunas horas antes, parecía malhumorado e impaciente. Recelaba el capellán interrogarle. Determinóse al fin. ¿Y... dará tiempo a que llegue el médico? ¿Que si da tiempo? respondió el señorito embaulando y mascando con colérica avidez . ¡Como no lo de más!

Hahnemann fué el primero en aconsejar el cobre con el arsénico y el eléboro, en la primera invasion colérica. Los resultados obtenidos por esta medicacion á la cual se agregan algunos otros medicamentos, tales como el carbon vegetal, la ipecacuana...., se han propagado por todas partes, y el tratamiento está recomendado por una multitud de prácticos instruidos.

¿Qué es lo que tiene? exclamó Florentina con ardor . D. Teodoro, no es usted hombre si no la salva.... Si no la salva usted es usted un charlatán. La insigne joven parecía colérica en fuerza de ser caritativa. ¡Nela! repitió Pablo, traspasado de dolor y no repuesto del asombro que le había producido la vista de su lazarillo . Parece que me tienes miedo. ¿Qué te he hecho yo?

Tan estupefacta y colérica estaba por la desobediencia del mancebo, que apenas pudo balbucir una protesta: «Pe... pero...». «Tía dijo Maximiliano con voz alterada y temblorosa , no pue... no puedo obedecer a usted... Soy mayor de edad. He cumplido veinticinco años... Yo la respeto a usted; respéteme usted a ».

Palabra del Dia

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