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Jacinto separó las manos y alzó los ojos también sonriente; pero sus mejillas estaban bañadas de lágrimas. Entonces la sonrisa de Flora se apagó. ¡Cómo! ¿Lloras, rapaz?... ¿Y por qué? No lo , Flora respondió dulcemente el mozo de Fresnedo. Flora quedó un instante pensativa y replicó colérica: ¡Pues yo si lo !

Tristán clavó en ella sus ojos con expresión colérica. Me estás probando de esa forma dijo con acritud que mis recelos no son infundados. Desde hace algún tiempo parece que todo el mundo pone empeño en hacerme comprender que debo estar no sólo satisfecho sino muy agradecido a que se me conceda tu mano.

La esposa de D. Martín, sorprendida de la osadía del seductor, le reprocha colérica la infamia de su conducta y su ingratitud para con su esposo; pero D. Sancho está decidido á poseerla á todo trance, aunque sea empleando la violencia. El poeta hace entonces caer el telón. En el acto siguiente vuelve D. Martín de la guerra.

Reconozco que sabes mucho más que yo, y aunque a no me interesen gran cosa los Bochimanos, les concedo toda la importancia que quieras, por más que mismo dices que son unos salvajes... Pero, francamente añadió poniéndose fuertemente colorado y clavando una mirada colérica en la mesa, eso de que hablándote yo de mi amor por Carlota, que es un ángel bajado del cielo, me saques a relucir el gorila y el chimpanzé, no es decente... no es decente... ¡vamos, que no es decente!

Miguel corrió al instante a recogerlo; al bajarse sintió unos pasos precipitados detrás y vio frente a al levantarse a un cadete de Estado Mayor, flaco y larguirucho como una espina, quien le dirigió una mirada torva y colérica y hasta tuvo conatos de abocarle; pero después de vacilar un instante siguió caminando aunque volviendo a menudo la cabeza para mirarle de arriba abajo con expresión nada pacífica.

Y cerró violentamente con mano colérica la puerta, que produjo fuerte estampido.

Aparecen de improviso en aquel recinto dos negras y siniestras figuras, las de aquellos dos mineros que ya conocemos, Plutón y Joyana. Flora da un grito penetrante y corre desalada por la margen del riachuelo. Demetria queda inmóvil y pálida y clavándoles una mirada colérica les pregunta: ¿Quiénes sois y qué venís á hacer aquí?

Entonces el teniente ordenó con voz colérica: ¡Fuego a discreción! Un tiroteo incesante partió de la media compañía formada en batalla. Pero el solitario enemigo ni huía ni caía. En pie sobre la roca, sin intentar siquiera guarecerse detrás de alguna piedra, seguía cargando y disparando su arma, repitiendo siempre con voz terrible: ¡Viva Carlos Séptimo! ¡Viva la religión!

¡Descalzas! ¿y mi mujer va a ir descalza? ¡Ira de Dios! ¡eso que no!... ¡Pardiez! Gran trabajo costó contener la indignación colérica de don Víctor. El cual, más calmado, se volvió a casa, y entre tener otra explicación con su señora o encerrarse en un significativo silencio, prefirió encerrarse en el silencio... y en el despacho. «A mismo no se podía engañar.

Infundirles nueva vida, ¿verdad? dijo Carlota maliciosamente. ¡Eso es! repuso D. Laureano riendo. En aquel momento apareció en la puerta la arrogante figura de Concha. Oye , guasón, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que voy a estar hasta que amanezca sola en esa alcoba? profirió sin dirigir el más leve saludo a la compañía, clavando su mirada colérica en Romadonga.