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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Clavaba en lo alto sus ojos mortecinos, adorando con el respeto del miedo la santa institución que había quemado a sus ascendientes. No haga usted caso de Pablo continuó al recobrar el diento, dirigiéndose a Febrer ; usted lo conoce bien: una mala cabeza, un republicano, un hombre que podía ser rico y va a llegar a viejo sin tener dos pesetas. ¿Para qué? ¿Para que tú me las quites?...
Arqueros y hombres de armas se tendieron sobre cubierta, en cumplimiento de las órdenes del barón. Cerca de la proa colgaba de una robusta lanza el escudo de armas de Butrón, una cabeza negra de jabalí en campo de oro, y en el centro de la proa Reno el veterano clavaba el estandarte con las cinco rosas de Morel.
¡Que si quieres! El mastín, viendo al recién llegado achicarse, se creció horriblemente. ¡Guau, guau! gritó, buscando el registro más feroz y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una mirada de exterminio en el presbítero y avanzaba, aunque con cierta cautela, hacia él.
Eso hace que siguiendo caminos muy opuestos, nos encontremos un día en el mismo punto, acobardados y «sin familia» añadí, usando la frase «sin familia» en vez de otra mucho más clara que se me vino a los labios. Magdalena tenía los ojos fijos en el bordado, pero clavaba la aguja al azar, sin poner atención.
Casi al mismo tiempo tendió Yonson su temible arco y la flecha detuvo en su vuelo al milano, que empezó á caer velozmente; alzóse gran clamoreo de los espectadores, que aplaudían ambas proezas; pero la aprobación de todos se trocó en asombro al ver que Yonson ponía apresurado otra flecha en su arco apenas disparada la primera y apuntando horizontalmente clavaba á su vez una saeta en la infeliz cigüeña, casi en los momentos de dar ésta con su cuerpo en el suelo.
Y en cada una de estas escapatorias se espaciaba más de la cuenta, y Araceli no podía reprimir su impaciencia y daba con el piececito en el suelo y clavaba miradas iracundas en los interlocutores, y al fin se veía necesitada a acercarse ella también y, como los toreros, echarle de nuevo el capote y sacarle del sitio con una larga que no siempre daba resultados.
Esto era tan claro que hasta veía los ojos oblícuos del viejo empañarse, como cubiertos de una ténue capa de polvo; y sentía el sonido metálico del dinero rodando a mis plantas. Inmóvil, horrorizado, clavaba ardientemente los ojos en la campanilla, puesta delante de mí, sobre un diccionario francés, la campanilla prevista, citada en el magnífico infolio.
A la primera le temblaban las manos y le andaba por dentro del cráneo un barullo tumultuoso. La sirviente clavaba en la señora sus ojos de gato, y su irónica sonrisa podría ser lo mismo el único aspecto cómico de la escena que el más terrible y dramático. Pero de repente, sin saber cómo, criada y ama cruzaron sus miradas, y en una mirada pareció que se entendieron.
Un pastor a lo lejos clavaba las estacas del redil. Se escuchaban los golpes amortiguados por la distancia. Allá en lo alto del cielo un pájaro se cernía batiendo las alas con celeridad unas veces, otras permaneciendo inmóvil con ellas extendidas. ¡Cuánto me alegro de haber venido por estos sitios! ¡Me encuentro tan bien! Clara le miraba con ojos brillantes de satisfacción.
Por mi parte... indicó Calomarde saludando . Si es preciso entablar recurso... Se fueron todos. Yo me quedé, porque una fuerza irresistible me clavaba en aquella sala, y no podía apartar el pensamiento del desolado cuadro que había visto. Delante de mí estaba la de Rumblar en la misma actitud en que antes la he descrito. El fenómeno de su llanto me llenaba de asombro.
Palabra del Dia
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