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Actualizado: 11 de junio de 2025
Hullin, solo, frente a una amplia mesa de pino, pensaba en todo. Por las últimas noticias recibidas durante la noche, que anunciaban la llegada de los cosacos a Framont, estaba convencido de que el primer ataque tendría lugar al día siguiente. Había mandado distribuir los cartuchos, reforzado los centinelas, organizado patrullas y señalado los puestos convenientes, a lo largo de los parapetos.
A la tarde, Ben Zayb, con los bolsillos llenos de revólvers y cartuchos, fué á visitar á don Custodio, que encontró trabajando de firme en un proyecto contra alhajeros americanos. Murmuró al oido del periodista, en voz quedísima y entre las dos palmas de la mano, palabras misteriosas. ¿De véras? preguntó Ben Zayb llevándose las manos á los bolsillos, mientras palidecía visiblemente.
Mandan traerse las sumas de San Juan, y ya hay treinta mil pesos para la guerra, reunidos a tan poca costa. Mientras el dinero llega, Facundo los aloja bajo un algarrobo; los ocupa en hacer cartuchos, pagándoles dos reales diarios por su trabajo.
Se mataban durante horas y horas, y al final el bando que se veía sin cartuchos se retiraba, dejando el campo al otro. Todos éramos de caballería, porque hacíamos las marchas á caballo; pero en el momento del combate los jinetes se convertían en infantes. Teníamos artillería.
¡Ah! ¿cuál de los dos es más fuerte? Pierrepont hizo un gesto de incertidumbre. Ahora vamos a verlo respondió sonriendo. Fabrice colocó en el banco, al lado de ella, la caja de caoba y un paquete de cartuchos. Las armas de que iban a servirse eran pistolas Flobert, de gran calibre.
Divès se había separado del convoy y avanzaba, cabalgando sobre un hermoso caballo. ¿Eres tú, Juan Claudio? Sí, Marcos, yo soy. Allí tengo preparados varios miles de cartuchos. Hexe-Baizel trabaja noche y día. ¡Bien! ¡Bien! Sí, amigo mío. Y Catalina Lefèvre, por su parte, trae víveres; ayer ha hecho matanza... Está bien, Marcos; tendremos necesidad de todo eso. La batalla se acerca.
¿Para clérigos, canónigos, guerrilleros, frailes que hacen cartuchos, y abades que organizan partidas? Sí, sí, vengan cartas. Nada de eso es inútil para mi propósito.
¿Y yo? exclamó Marcos Divès . ¿Yo no tendré nada que hacer? ¿Voy a permanecer con los brazos cruzados viendo batirse a los demás? Tú quedas encargado del transporte de municiones; ninguno sabría manejar la pólvora mejor que tú, preservándola del fuego y de la humedad, fundir balas, hacer cartuchos...
Tenía casi la certeza de haberlo cargado hacía un mes, poco más o menos. Buscó la cajita de las cápsulas y no la halló. ¡Qué cosa tan extraña! No tardó en recordar que Cecilia le había visto con él en la mano, y una sonrisa dulce y triste se dibujó en sus labios. Fué a echar mano a las escopetas. Las encontró igualmente descargadas. Los cartuchos habían desaparecido de su sitio.
Los soldados que guardan el puesto, apénas están vestidos, y viven en la mayor miseria: un puñado de farinha de pao es la racion diaria que se les da para su manutencion, y cada ocho dias reciben algunos cartuchos de pólvora con que cazan los antas y otros animales selváticos cuya carne les sirve tambien de alimento. Fuerte del Príncipe de Beira.
Palabra del Dia
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