Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de octubre de 2025
Carmencita, en este momento mecía a su muñeca regaladamente, sentada en un taburete en el hueco profundo de una ventana. Llamaron a la puerta del salón, y al mismo tiempo anunciaron: El señorito Salvador. Que pase dijo don Manuel, y la niña, levantándose, corrió a recibir la visita con sonrisa plácida. Entró un joven mediano.
Pero, y Salvador, ¿no parecía también un extraño, un intruso que había venido a poseer libre y completamente parte de la fortuna del amigo? Había un gran misterio en la última voluntad de don Manuel, y Carmencita martirizaba en vano su inteligencia con aquellas profundas meditaciones.
Entonces la niña le miró maravillada, tan llena de admiración, que él, otra vez con acento ardiente, le volvió a decir: ¡Qué buena eres... y qué hermosa! Te quiero mucho, Carmencita, ¿me quieres tú algo? Haciendo esfuerzos por serenarse, balbució ella con timidez encantadora: Algo, sí....
Era doña Rebeca menuda y nerviosa, de voz estridente y semblante anguloso; fuese hacia Carmencita a pasitos cortos y saltarines, la tomó por ambas manos, y de tal manera la miró, y con tales demasías le apretó en las muñecas finas y redondas, que la pobrecilla rompió en amargo llanto, toda llena de miedo.
La criada salió corriendo por el pasillo adelante y Carmencita volvió a posar los ojos, errantes y nublados, sobre el Niño Dios de madera. Ya el niño no miraba a la puerta.... ¿Adónde miraría?... La muchacha, sumida en la insensatez confusa de sus pensamientos, sintió clavársele en el cerebro aquella curiosidad inexplicable, que le dolía como una punzada violenta. ¿Adónde miraba el Niño Jesús?
¡Vaya si al médico le daba risa.... Siguió su cuento Fernando. ¿Pero a Carmencita la había yo de engañar?... ¡Vamos, hombre, de eso no es capaz este cura!... Ya te he dicho que yo no soy siempre malo.... ¡Qué había de serlo! A Salvador le estaba pareciendo un ángel del paraíso. El marino se volvió hacia su amigo, para preguntarle alegremente: ¿Pero no dices nada? ¿Qué te sucede?
Saboreaba las suyas Carmencita, olvidada de todo para pensar en los días felices de Luzmela, evocados por la cariñosa visita de su único amigo. De pronto cayó sobre su ensueño la voz punzante de doña Rebeca, interrogando: ¿Se fué ya? La joven se estremeció y, azorada, repuso: Ya.... ¿Y no has llamado a «tu prima»?
Su hermana le instó a dormir y a descansar sin descubrir su presencia; y espiando a Carmencita, la vió subir al sobrado, y fuése a despertar a la fiera, azuzándola con el nombre de la muchacha y con la promesa de que arriba la hallaría sola y suya..., regalada..., ofrecida..., esperándole....
Doña Rebeca y su hija andaban atarantadas con esta pesadilla, y una animadversión latente las separaba más cada día de la dulce niña de Luzmela.... Ya hacía muchos meses que la sobrina de don Manuel había quitado el luto, y todavía Carmencita andaba vestida de negro, con resoba dos trajes.
Pero me hace mucha gracia oírle decir aquellas mismas cosas que en otro tiempo eran para Laura. No ha cambiado de vocabulario. Tiene todo un catálogo de galanterías preciosas. Pero verás. Ayer nos habíamos quedado solos. Empezaron las palabras dulces. De repente le interrumpo: No, no quiero que me diga "eso". Se quedó él asombrado. ¿Por qué, Carmencita?
Palabra del Dia
Otros Mirando