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Actualizado: 27 de junio de 2025
Despidióse éste, y al abrir la puerta para marcharse, lo detuvo el Padre Hurtado diciéndole: Espere un momento, hermano. Abandonó su escritorio, mojó dos dedos en una pila de agua bendita que colgaba en la pared, y tocó con ellos la mano del obrero, diciéndole cariñosamente; ¡Vaya con Dios!
Esto decía cuando una vieja que acababa de llenar la escudilla, llegose a nosotros y después de pedirme una limosna, que le di, puso la descarnada mano sobre el hombro del par de Inglaterra y cariñosamente le dijo: Niñito querido, ¡qué buenas nuevas te traigo esta tarde!
Llevole al gabinete, sentáronse en un pequeño sofá y después de permanecer mirándole cariñosamente unos instantes como recapacitando la manera de expresarse o el modo de empezar, dijo así: Primero contésteme a lo que voy a decirle.
Viéndola un día más expansiva y serena que de ordinario, como hablasen de Paca la de la Parra y su marido, celebrando lo bien avenidos que vivían á pesar de la oposición de sus caracteres, Velázquez le tomó de pronto una mano y le dijo cariñosamente: Tú y yo viviremos al fin tan felices como ellos... Dí, flamenca, ¿cuándo quieres que nos casemos?
¡No me pegue usted, señor Pedro, que yo no he tenido culpa! Fué ella quien me mandó á llamar. El guapo sonrió y repuso cariñosamente: No temas, querido, ninguna gana tengo de pegarte... Al contrario, deseaba verte y charlar contigo un rato...
Y oculto el rostro entre las manos, la mirada en el vacío, teniendo ante mi vista toda mi existencia, dudosa, sin fondo, como un precipicio, quédeme absorto. Al cabo de una hora volvió Oliverio y me encontró en el mismo estado: inerte, inmóvil, consternado. Cariñosamente me tocó en el hombro y me dijo: ¿Quieres acompañarme esta noche al teatro? ¿Vas solo? le pregunté. No replicó sonriendo.
El recibimiento correspondió al traje y aumentó la sorpresa y el disgusto del joven visitante. Rafaela le alargó, sin duda, cariñosamente la mano, si bien con cierta tibia y lánguida indiferencia. Y luego, como él se acercase mucho, ella le rechazó con suave dignidad y casi le obligó a que se sentase en una silla frente de ella.
Eso lo dices porque aún me tienes coraje; pero no es cierto... Ven acá, guasona, ven acá que te dé un mordisco por esas palabrillas amargas que has soltado... Ni tienes vergüenza ni mereces que te mire á la cara... Al mismo tiempo le tomó una mano, y con el otro brazo le enlazó cariñosamente la cintura para sentarla sobre sus rodillas. Pero la joven se soltó bruscamente.
Aquí no ha habido ni vencido ni vencedor. Digamos ambos a la vez, tú a mí y yo a ti: Valiente eres, capitán, y cortés como valiente; con tu espada y con tu trato me has cautivado dos veces. Tú eres mi cautivo y yo quiero ser tu cautiva; es decir, más amiga tuya que antes. Y diciendo así, tendió de nuevo ambas manos a don Andrés, más cariñosamente y con mayor confianza que la vez primera.
Bueno; pues yo pondré las cosas en claro. Te advierto una cosa. No pensaba formalizar aún la cuestión por... por falta de cuartos; pero puesto que han venido rodadas las cosas, conste que tu padre y tú podéis considerarme, si queréis, como de la casa; ¿entiendes? Y tendió a Pepe la mano, que él estrechó cariñosamente. Ya lo sabéis, como acostumbran los títulos: os pido la mano...
Palabra del Dia
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