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Llega uno á perderla de vista en el seno de aquel estenso bosque de columnas: recorre el monumento, da con ella y siente palpitar de ira el corazon al ver tal sacrilegio. ¿Qué? ¿no habia otro local en Córdoba donde levantar esta capilla? ¿Cómo no fueron á sentarla sobre las ya dispersas ruinas de otros monumentos? ¿no advirtió Alonso Manrique que iba á profanar una mezquita respetada por las armas del mismo S. Fernando? ¿una mezquita, única en su género, sin igual no solo en España, sino en las opulentísimas ciudades del oriente? ¿una mezquita que encierra en sola toda la historia del arte árabe, una mezquita que es el mas bello álbum que nos legó un gran pueblo? ¡Ah! diria él: ¡es preciso que la cruz brille radiante de magestad y gloria en el último templo del Profeta! ¡es preciso que desaparezca el carácter marcadamente sensual del monumento! ¡es preciso que el viajero respire en él solo el aire de la religion cristiana!

Si Marianela usara ciertas voces habría dicho: Mi dignidad no me permite aceptar el atroz desaire que voy a recibir. Puesto que Dios quiere que sufra esta humillación, sea; pero no he de asistir a mi destronamiento. Dios bendiga a la que por ley natural va a ocupar mi puesto; pero no tengo valor para sentarla yo misma en él.

No merezco pisar la tierra que vosotros pisáis... Adiós, Clara añadió levantándose . No tengo más que un medio de pagaros la ofensa que os he hecho... ¡Rogad a Dios por ! Y dio precipitadamente algunos pasos hacia la puerta. Clara corrió a ella y la detuvo por la mano. ¿Adónde vas, criatura? La arrastró de nuevo hasta la butaca y volvió a sentarla.

Eso lo dices porque aún me tienes coraje; pero no es cierto... Ven acá, guasona, ven acá que te un mordisco por esas palabrillas amargas que has soltado... Ni tienes vergüenza ni mereces que te mire á la cara... Al mismo tiempo le tomó una mano, y con el otro brazo le enlazó cariñosamente la cintura para sentarla sobre sus rodillas. Pero la joven se soltó bruscamente.

Yo he hecho a la Virgen una promesa sagrada: he prometido que si da la vista a mi primo he de recoger al pobre más pobre que encuentre, dándole todo lo necesario para que pueda olvidar completamente su pobreza, haciéndole enteramente igual a por las comodidades y el bienestar de la vida. Para esto no basta vestir a una persona, ni sentarla delante de una mesa donde haya sopa y carne.