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Actualizado: 27 de junio de 2025
Anticipar la muerte; ser cadáver que respira y come, pero que no piensa, ni sufre, ni se entusiasma: ésa sería para mí la dicha, hermano. No sé adonde ir: los hombres me esperan más allá de esa puerta para acosarme otra vez... ¿Me quieres contigo...? El Vara de palo, por toda contestación, empujó cariñosamente a Gabriel. ¡Vamos arriba, loco! No morirás; yo te sacaré adelante.
Y ya en la puerta, despidiéndose cariñosamente de la buena madre, volvió a repetirle: ¡Que no se olvide usted de lo esencial!... Que comprenda el padre la buena fe con que procedo en todo, lo rectas que son mis intenciones... Y de pronto, volviéndose atrás desde la puerta, como si de repente recordase algo...
Una señora elegante salida de él la sonreía, intentando abrazarla. ¡Abuelita!... ¡abuelita! Lo primero en que se fijó la vieja fué que la bailarina célebre iba vestida de luto: un luto vistoso y sobradamente llamativo, pero luto al fin, que sólo podía ser por su hermano Alberto. Se sintió empujada cariñosamente al otro lado de la verja que acababa de abrir la doncella.
La duquesa, apartando cariñosamente a la niña y recatándose de ser oída, asió a su marido fuertemente del brazo, diciéndole: ¿Qué has hecho? Aldea es hijo natural. Pero este nombramiento, repuso Algalia, a quien por el momento sólo podía preocupar su senaduría, ¿qué quiere decir, a qué viene darme tan gran prueba de afecto? Félix está enamorado de Josefina, contestó Margarita.
Lo empujé cariñosamente. Acuéstate un momento... estás mal. Vezzera se recostó en mi cama y cruzó sus dos manos sobre la frente. Pasó un largo rato en silencio. De pronto me llegó su voz, lenta: ¿Sabes lo que te iba a decir?... Que no querías que María se enamorara de ti... Por eso no ibas. ¡Qué estúpido! me sonreí. Sí, estúpido! ¡Todo, todo lo que quieras! Quedamos mudos otra vez.
Dióle Currita cariñosamente en el hombro con el abanico, murmurando: C'est drôle; saludó con una monísima cabezadita al amplio círculo de sus ilustres amigas y dejóse llevar suavemente por la Butrón al lado opuesto, sentándose, al fin, junto a la duquesa de Bara y las dos ministras.
¡Y cómo se reía don Eugenio de la manía novelesca de su Melchorico, como cariñosamente le llamaba...!
El viejo se apoyaba en el brazo del mancebo, fingiendo fatigarse para oprimírselo cariñosamente, mientras la luz de los cielos, la pureza del aire y el penetrante aroma que se alzaba de los terruños soleados parecían envolverles en la bendición suprema del verdadero Dios.
Afortunadamente, un día en que arreglábamos papeles en su modesta oficina de trabajo, en 120 Front Street convertida, en aquel entonces, en centro del Partido Revolucionario Cubano y redacción y administración de Patria di con unas páginas sueltas de El Latino Americano, aquí y allá corregidas por Martí, y exclamé al revisarlas: «¿Qué es esto Maestro?» «Nada contestome cariñosamente recuerdos de épocas de luchas y tristezas; pero guárdelas para otra ocasión.
Consintió en todo y abrazó cariñosamente a sus hijos, no sin exclamar, mirando al capitán detenidamente: Válgame Dios, muchacho, ¡y cómo has crecido y embarnecido en este decenio! ¿Quién al pronto había de reconocer en ti al rubio y travieso monaguillo de Capuchinos que repicaba tan bien las campanas?
Palabra del Dia
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