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Actualizado: 5 de julio de 2025
Y yo iba pensando con una tristeza tan pálida como aquel cielo asiático de octubre, en dos lágrimas redonditas que al partir vi brillar en los ojos negros de la generala. La tarde declinaba y el sol descendía bermejo como un escudo de metal candente, cuando llegamos a Tien-Hó. Las negras murallas de la ciudad se alzan al Sur, al pie de un torrente que ruge entre rocas.
Cuestion es esta que merece una formal atencion y que está llamada á provocar, mas tarde ó mas temprano, una esperimentacion concienzuda y sostenida de los principales agentes terapéuticos.» Y Mr. el doctor Diday esclama á propósito de las pequeñas dósis: «Cuestion candente que se ha procurado evitar, pero que será preciso abordar, mas ó menos pronto, con todo el cuidado que exige.»
En la cumbre gloriosa del Calvario, como un astro radiante, aún fulge el ara, no logró el huracán con sus embates derribar de ella a la deidad preclara... Baja sin miedo con la frente erguida a la candente arena, en que se entablan las luchas de la heróica inteligencia, y ante el bravo adversario avanza, avanza... ¡Oh, no temas caer ante el coloso con el pecho horadado con las balas!
Voy á contar cómo fue al quemadero el inhumano que tantas vidas infelices consumió en llamas; que á unos les traspasó los hígados con un hierro candente; á otros les puso en cazuela bien mechados, y á los demás les achicharró por partes; á fuego lento, con rebuscada y metódica saña.
Mientras los novios, sentados en los pendientes ribazos, con los cañares a la espalda, hablaban del porvenir, acariciándose castamente, y en pleno idilio daban fin al puñado de altramuces, Micaela permanecía inmóvil, con la mirada mate fija en el sol, que, como una bola candente, resbalaba por la inmensa seda del cielo sin quemarla, y al acercarse en su descenso majestuoso al límite del horizonte, se sumergía en un lago de sangre.
Al último, y después de grandes recomendaciones para que no dijera nada a mi madre, la Iñure me contó que mi tío Juan se había hecho pirata, que le habían llevado a un presidio de Inglaterra, donde estaba preso con cadenas en los pies y unas letras impresas con un hierro candente en la espalda. Por eso, aunque vivía, no podía venir a Lúzaro.
De pronto también las copas de los árboles volvieron a su posición recta; el polvo quedó en suspensión descendiendo, lentamente, sobre el suelo; las haciendas levantaron la cabeza como investigando la causa de aquel cambio; los caballos relincharon un rezongo; el sol brilló de nuevo en todo su esplendor, rencoroso y candente: la tormenta había pasado en su colosal ruta parabólica, rumbo al poniente, donde pareció detenerse, como a esperar al sol.
En tu calvario eras ayer el astro solitario que alumbraba los campos de batalla, la dulce aparición, rizo del cielo, que infundía a los mártires consuelo, valor al héroe y miedo a la canalla. ¿Quién no sintió huídas sus congojas repasando tu libro en cuyas hojas la popular execración estalla? Hermanando la mofa y el lamento, vibra, encarnado en su robusto acento, el silbo agudo de candente tralla.
Otra especie de tortura peculiar que experimentaba la pobre mujer era cuando veía un nuevo rostro, cuando personas extrañas fijaban con curiosidad las miradas en la letra escarlata, lo que ninguna dejaba de hacer y era para ella como si le aplicasen un hierro candente al corazón. Entonces apenas podía contener el impulso de cubrir el símbolo fatal con las manos, aunque nunca llegó á hacerlo.
Y mientras que nuestra embarcación rodaba cubierta por el oleaje, la suya parecía saltar y deslizarse por las olas... ¡Virgen del Carmen! apostaría este par de alpargatas nuevas a que si el gitano tocase con el dedo la pila del agua bendita, ésta se estremecería y herviría como si hubiesen metido un hierro candente. Puede ser dijo Flores ; pero es lo cierto que mi noticia es positiva.
Palabra del Dia
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