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Hasta los himnos a la hermosura de la mujer tienen sangre y bravatas.... Y ésta es la música que divierte al pueblo en sus momentos de expansión y la que seguirá «alegrándole» tal vez durante siglos.... Somos un pueblo triste, Gabriel: lo llevamos en la médula; no sabemos cantar si no es amenazando o llorando, y la canción es más hermosa cuando tiene más suspiros, hipos dolorosos y estertores de agonía.

Es verdad que Juan Bou no es un Adonis; pero no es tampoco un monstruo... Es un hombre de bien, trabajador, sencillote, y, a pesar de sus bravatas, tiene el corazón más bondadoso y tierno del mundo. Lo , lo ...; pero... quita allá, por la Virgen Santísima; yo no seré su mujer.

Me estáis cargando la paciencia hace una hora, y no quiero ya más peso. ¡Idos, ó vive Dios! Mirad no os tire yo en medio de la escena, don bravatas exclamó el hidalgo, que echaba fuego por los ojos. ¡A ! ¡echarme vos á !... exclamó Montiño poniéndose pálido. Y en seguida sonó una bofetada, y luego un hombre cayó, como lanzado por una máquina, del lado de adentro de los bastidores.

Dieron muerte a muchas personas que no les hacían daño, lo cual creo yo que no se vió en ninguna de las guerras de Alejandro. Pero también se les molió de firme. Unos cuantos pasaron por la calle de enfrente hechando bravatas, y detuviéronse en la puerta de la posada de Gil, donde tenían encendido el horno para cocer la loza. ¡Ay!

Oído esto, casi todos los bisoños que poco antes reíamos a carcajada tendida, saludándonos con bravatas y dicharachos, conforme a la guerrera exaltación que nos poseía, callamos, mirándonos unos a otros, para cerciorarse cada cual de que no era él solo quien tenía miedo.

Algunos hablaban misteriosamente al encontrarse; otros discutían en los mesones con insólita nerviosidad sin alzar demasiado la voz, pero arrufando el hocico y tomándose a veces las partes viriles con toda la mano, para dar más vigor a sus bravatas y juramentos. Con sus puertas y ventanas sin abrir, los caserones de la nobleza tenían el aspecto de rostros patéticos y enmudecidos.

Genara tenía mucho miedo a la muerte, señal de turbada conciencia; pero ella se esforzaba en aparecer serena y animábase con sus propias sonrisas, como el soldado cobarde con sus propias bravatas. Iba, venía, recogiendo ropas, llenando baúles, haciendo y deshaciendo paquetes, dictando órdenes; contando su dinero y apuntando encargos.

El mofletudo general se enfureció no pocas veces durante el curso de las declaraciones, cortando la palabra al fiscal para apostrofar duramente a los conspiradores y amenazarlos con fusilarlos interinamente si no declaraban todos los pormenores y ramificaciones de la conjuración; pero no consiguió gran cosa con sus bravatas.

Los automóviles llegaban y partían con mayor rapidez; se notaba desorden y azoramiento en el personal. Sonaban los teléfonos con una precipitación loca; los heridos parecían más desalentados. El día anterior los había que cantaban al bajar de los vehículos, engañando su dolor con risas y bravatas. Hablaban de la victoria próxima, lamentando no presenciar la entrada en París.

Celso soltó una carcajada y tomando en la mano el palo de Bartolo lo examinó con curiosidad unos instantes. ¡Lindo palo, en verdad! Bien pintado; bien trabajado. Si Firmo le echa la vista encima, milagro será que no lo pruebe sobre tus espaldas. Con esto se encrespó de nuevo Bartolo y comenzó á vociferar tantas imprecaciones y bravatas, que su primo Quino se impacientó al cabo.