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Actualizado: 26 de junio de 2025


¿Así va usted a casarse con el conde de Villanera? ¡Claro! ¿Y yo? ¿Usted, buen hombre? Vaya a consolar a su mujer; por ahí debería haber empezado. ¿Y qué voy a decirle? Dígale lo que quiera. Adiós; tengo que hacer mis baúles. ¿Tiene usted necesidad de dinero? El duque hizo un gesto de disgusto que advirtió la señora Chermidy. ¿Es que le repugna nuestro dinero? ¡A su gusto! no le daremos más.

Hemos traído tanto equipaje que no podíamos encontrar nada de lo que necesitábamos, y nos era imposible dejarnos ver en el Casino en traje de viaje. ¡Naturalmente el exceso de baúles es un estorbo! repuso Diana. Si usted no hubiera traído más que uno, encontraba en seguida el vestido que necesitaba.

Y por último, después de haber preparado cuanto consideró necesario, una tarde, entre dos luces, se mudó al tercero interior de doña Jesualda, en la calle de Don Pedro. En un carrito fueron la cama, sus dos baúles, un arca y varios líos de ropa; ella montó en un simón, llevando sobre las rodillas el costurero que en días más tranquilos le regaló don Juan.

Inmediatamente, encolerizada, le arrojé mi dimisión a la cabeza y exigí en el acto mi libertad. En seguida vino una noche en ferrocarril, una noche de pesado embotamiento, en el ruido ensordecedor del vagón; una mañana pasada tiritando entre baúles y cajas de sombreros, en una sala de espera desierta, cuyo olor a cerveza me daba náuseas.

Su amiga prosiguió aturdiéndola con su estrepitoso cariño y perjurando que le había de traer de Francia mil regalitos de altísima novedad. «Supongo que allí tropezaremos con Pez, para que nos libre del mareo de la Aduana, que es insoportable con aquellos empleados tan ordinarios. Si se les deja, capaces son de abrir todos los baúles... y yo llevo la friolera de catorce.

El pasillo de entrada lleno de muebles, baúles y cajas, todo desordenado, indicaba lo reciente de la mudanza. ¿Dónde está? ¿dónde está? preguntó don Luis.

Tiraba Rosalía de los cajones de la cómoda suavemente para no hacer ruido; sacaba faldas, cuerpos pendientes de reforma, pedazos de tela cortada o por cortar, tiras de terciopelo y seda; y poniéndolo todo sobre un sofá, sobre sillas, baúles o en el suelo si era necesario; empezaba un febril consejo sobre lo que se debía hacer para lograr el efecto mejor y más llamativo dentro de la distinción.

El mismo Capitán, para acelerar una operación que tanto podía contribuír a poner a flote el junco cuando subiera la marea, había trabajado con sus propias manos para efectuarla; después se dedicó, en unión del viejo piloto, a trasladar a la banda de babor los víveres, los baúles y todos los objetos pesados para aligerar la banda de estribor, que se apoyaba en el banco.

La habitación estaba llena de objetos de toda clase, de baúles abiertos y cerrados y aun de muebles derribados. El duque atravesó por todos aquellos obstáculos con precauciones infinitas. Marchaba a tientas, rozando todos los objetos sin tocarlos y paseando entre las sombras sus dedos destrozados. A cada paso murmuraba en voz baja: Honorina, ¿está usted ahí? ¿me oye usted?

Su respuesta fue prueba de que comprendía cuanto había ocurrido. ¡Adiós, hijo mío: dichoso y acuérdate alguna vez de nosotros! ¡Adiós, padre; rogaré al Señor por ustedes! En seguida Tirso sacó a rastra sus dos baúles hasta el pasillo, diciendo a Leocadia: Hasta luego: ya vendrán por eso. Y bajó la escalera inmutable, con los ojos enjutos.

Palabra del Dia

rigoleto

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