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Actualizado: 20 de julio de 2025


¡Oh, todos! dijo sonriendo el sobrino del cardenal . Sólo que la inmensa mayoría no tiene las mismas probabilidades de hacer carrera. Pero con tantos como somos, no hay ni uno que piense en la posibilidad de quedarse vegetando de capitán en un regimiento de reserva, o morir de viejo llegando, cuando más, a comandante. Todos vemos primeramente la juventud realzada por el uniforme, por las aventuras (porque ya sabe usted que las mujeres se pirran por nosotros), por la alegría de vivir, querido y respetado en todas ocasiones, un palmo por encima del paisano; después, cuando se aproxima la vejez y engorda uno y empieza a quedarse calvo, la faja de general, la política, y ¡quién sabe si la cartera de Guerra!

Todo lo ha vivido y lo ha observado intensamente London para llevarlo lleno de emoción á sus libros con la exactitud de la visión directa. Hay además en la obra de London una gran novedad literaria, la novela llamada «animalista», en la que las aventuras y hazañas de un animal, el perro generalmente, son, como en los apólogos, el asunto principal del libro.

-Por eso digo -dijo el del Bosque- que nos dejemos de andar buscando aventuras; y, pues tenemos hogazas, no busquemos tortas, y volvámonos a nuestras chozas, que allí nos hallará Dios, si

-Sea por lo que fuere -dijo don Quijote-; que más fío de tu amor y de tu cortesía; y así, has de saber que esta noche me ha sucedido una de las más estrañas aventuras que yo sabré encarecer; y, por contártela en breve, sabrás que poco ha que a vino la hija del señor deste castillo, que es la más apuesta y fermosa doncella que en gran parte de la tierra se puede hallar. ¿Qué te podría decir del adorno de su persona? ¿Qué de su gallardo entendimiento? ¿Qué de otras cosas ocultas, que, por guardar la fe que debo a mi señora Dulcinea del Toboso, dejaré pasar intactas y en silencio?

El tono con que el oficial defendía á Alicia excitó aún más su cólera. Adivinaba en él un gran orgullo, la vanidad del pobre muchacho que sólo ha conocido las aventuras de amor á través de los libros, y de pronto se ve en relaciones supuestas con una duquesa y rival de un príncipe. ¡Qué gloria para un advenedizo! Joven... dijo la voz dura de Lubimoff.

El gabinete de «Rosamunda» lo pintó Veber con asuntos tomados de los cuentos de Perrault: un mundo extravagante y encantador de ogros, de gnomos encapuchados, de paisajes feéricos, donde los árboles tienen formas humanas, evocan las extraordinarias aventuras de «La bella dormida en el bosque» y de «Cendrillon».

Yo era mayor que él y cuando lo conocí por primera vez no pude menos de reírme de lo que creía era ignorancia suya. Pero pronto me di cuenta que él había sacado doble provecho que yo de sus viajes y aventuras en el corto tiempo que llevaba de navegación, pues tenía una hábil destreza para desertar e internarse en los puntos que deseaba, siempre que se le ofrecía una oportunidad.

Puedes entenderte con Lucía; también a ella le gustan las aventuras, y hasta se ha hecho amiga de un grupo de chicas que a no me gustan nada, por cierto. Adriana no respondió y se quedó mirándola con la anterior actitud distraída. Después, suspirando con resignación: Tendré que pedirle este servicio a Zoraida Aliaga... Charito contuvo un gesto de contrariedad.

A lo cual respondió don Quijote: -Advertid, hermano Sancho, que esta aventura y las a ésta semejantes no son aventuras de ínsulas, sino de encrucijadas, en las cuales no se gana otra cosa que sacar rota la cabeza o una oreja menos. Tened paciencia, que aventuras se ofrecerán donde no solamente os pueda hacer gobernador, sino más adelante.

La prudencia y el sigilo eran dotes positivas de don Álvaro en tales asuntos. Sus aventuras actuales pocos las conocían; las que sonaban y hasta refería él siempre eran antiguas.

Palabra del Dia

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