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Actualizado: 7 de julio de 2025
Perla, al ver los rosales, empezó á clamar por una rosa encarnada, y no quiso estarse tranquila. Cállate, niña, cállate, dijo la madre encarecidamente. No llores, mi querida Perla. Oigo voces en el jardín. El Gobernador se acerca acompañado de varios caballeros. Cállate. En efecto, por la avenida del jardín se veía cierto número de personas con dirección hacia la casa.
Murió hace dos años, luego de haber hecho una buena fortuna y educar a la familia como Dios manda. Un hijo suyo es doctor y dicta clases en la Universidad. Muchas veces he leído su nombre allá en París, cuando doy un paseo hasta la Avenida de la Ópera y echo un vistazo a los diarios argentinos en el Banco Español.
Promovióse cuestión entre los canónigos, comisarios de Cruzada y el Alferez mayor Marqués de la Algaba sobre el asiento que se les asignó en Cabildo. Hubo una terrible avenida del Guadalquivir en que pereció extraordinario número de ganado.
Ella misma admiraba su laboriosidad. ¿Quién podía haber supuesto años antes tales cualidades en la dueña del lujoso palacete de la Avenida del Bosque, que los más de los días se levantaba á las tres de la tarde?... Todo se lo debo á mamá. Me eduqué en un colegio de Inglaterra cuando era de moda sustituir el ejercicio físico de los sports con los trabajos domésticos.
Aquel no se mataba melancólicamente como el poeta italiano viendo perdido su amor: moría matando, destrozaba el ídolo, ya que no atendía sus súplicas. Y dulcemente conmovida por la expresión trágica de Rafael, se dejaba llevar por éste, que la había cogido un brazo y la atraía lejos de la avenida entre las copas bajas de los naranjos. Permanecieron los dos en silencio mucho rato.
Así hubiera sucedido indudablemente, pero en aquel instante resonó un grito a nuestras espaldas y volviéndome vi a un jinete que acababa de dejar la avenida y galopaba por el sendero, revólver en mano. Era Federico Tarlein, mi fiel amigo. Ruperto lo reconoció también, y comprendió que había perdido la partida.
No tomaba ningún partido decisivo, pero me parecía que mi debilidad iba a abatirse al primer accidente que la conmoviera. Tres días después, en una avenida del Bosque por la cual me paseaba desesperado, vi venir despacio un carruaje muy bien atalajado. Iban en él tres personas: dos mujeres jóvenes y Oliverio.
Se levantó Leonora apoyándose en el brazo de Rafael, y comenzaron a pasear por las ancha avenida que conducía a la plazoleta desde la verja de entrada. Al alejarse de la casa, por entre las tupidas copas de los naranjos, la artista sonrió maliciosamente, moviendo una mano en actitud de amenaza. Confío en que usted habrá vuelto de su viaje más serio y respetuoso.
Apenas el cura y Juan dieron algunos pasos por la avenida del parque que conducía al castillo: Mira, Juan dijo el cura, ¡qué cambio! Toda esta parte del parque estaba abandonada, y hoy todo está enarenado, rastrillado. Ya no me sentiré aquí en mis dominios como antes. ¡Va a ser demasiado lindo! No encontraré mi viejo sillón de terciopelo marrón, donde tantas veces me dormía después de comer.
Ocupado el pensamiento en tales cavilaciones, un poquitín egoístas, atravesó Delaberge la avenida de los fresnos y llegó a la misma terraza, donde encontró a la señora Liénard formando un magnífico ramo con las flores de su jardín. Ya lo ve usted, señora dijo saludándola, cómo abuso de la libertad que me dio y vengo a pasar unos momentos en su compañía a título únicamente de vecino.
Palabra del Dia
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