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Actualizado: 8 de junio de 2025


Cangapol hijo de Cacapol, fué perseguido y alcanzado; pero los españoles no se atrevieron á atacarle, aunque eran dos veces mas numerosos, porque ellos y sus caballos estaban de tal modo cansados, en una marcha de 40 leguas, sin tomar refresco alguno. Los moradores de Buenos Aires, teniendo aviso anticipado de este ataque, por los fugitivos, se vieron en la mas terrible consternacion.

Allí estaba el belga empuñando la espada y con él Dechard, sentado en un sofá. Bersonín, sorprendido al verme, retrocedió; Dechard saltó sobre su espada. Ataqué furiosamente al primero, acosándole hasta la pared. Aunque valiente, no era esgrimidor de primera fuerza y pronto cayó a mis pies.

En cambio este Federico de mis pecados parece sufrir un ataque de tercianas. ¡Saca el frasco, muchacho, y toma un trago! Tarlein lo hizo como se lo decían. Llegamos con una hora de anticipación observó Sarto. En cuanto echemos pie a tierra enviaremos aviso de la llegada de Vuestra Majestad, porque lo que es ahora no habrá nadie esperándonos. Y entretanto...

No podían ponerle en un cuarto, porque en toda la noche apenas los hubo desocupados, y allí, en la cocina vieja, estaba muy bien, por ser pieza de ventilación. Lo peor fue que a la mañana, cuando se levantaba para marcharse, le repitió el ataque, y todo el santo día le daban de hora en hora unos sincopieses tan tremendos, que se quedaba como cadáver, y costaba Dios y ayuda volverle en .

En la mesa inmediata había un periódico con ilustraciones, y se apoderó de él, volviendo sus hojas. Estaba impreso en alemán, pero él fingió leerlo con gran interés. Se había sentado de lado, dejando libre la cadera en la que descansaba el revólver. Su mano, fingiendo distracción, se paseó junto á la abertura del bolsillo, pronta á armarse en caso de ataque.

Temió que, replegado á la pared contra la puerta de una casa, teniendo inmediatamente pegada á á las espaldas para protegerla de todo ataque de costado á doña Clara, no la hubiese alcanzado algún golpe del bufón. ¡Una luz, una luz! exclamó Quevedo . ¿No traéis con vosotros una luz para ver lo que ha acontecido á doña Clara? ¡Cómo! ¿Está doña Clara con vos? dijo el padre Aliaga.

¿Estás loca, Luz? ¿Qué motivos tienes para decir palabras tan espantosas? ¿Qué motivos tengo? Mi padre, sin querer, me lo ha revelado todo en la carta que me entregó D. Acisclo. ¡Fue notable exceso de precaución! Y doña Luz empezó a reír con la risa nerviosa que tuvo cuando el ataque. Vamos, cálmate, vida mía. Cálmate y habla con reposo dijo doña Manolita.

Era su día, era el día de la gran batalla, y componía las arrugas de la frente y la expresión de su mirada lo mismo que un general cuando suena la hora del ataque. No obstante, de vez en cuando dirigía miradas de sobresalto a uno de los rincones del gabinete. En aquel rincón, sentada, con las manos en el rostro, estaba su hermana sollozando.

Porque siendo hasta ahora su amigo y admirador se supondrá, como es natural, que habéis reñido. No diré una palabra en desdoro de su persona; al contrario, le trataré con el mayor miramiento. ¡Pero en cuanto a su obra...! Eso es peor, porque entonces se achacará tu ataque a los celos del oficio. Tristán levantó la cabeza con orgullo. Jamás he sentido la envidia.

La tempestad se enconó y por fin se solventaron estas diferencias en una querella descarada, en la que Lady Clara hizo uso de su lengua, con tal precisión de argumentos y de epítetos, que la soprano estalló en un ataque histérico, y su marido y el tenor tuvieron que sacarla en brazos del coro: todo lo cual llegó a conocimiento de los parroquianos por la supresión del solo acostumbrado de la soprano.

Palabra del Dia

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