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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Mi vecina iba a salir, y como eso precisamente era lo que esperaba ansioso, me preparé a seguirla adondequiera que fuese. Auvray prosiguió: Mi plan ya estaba trazado.
Saliose Florela, y doña Guiomar fue a sentarse a su tocador, y contemplose al espejo, y hallose, más hermosa que nunca; que el amor hace hermosos aun a los ojos feos, y a los hermosos los sublima, haciendo de ellos un cielo; y un cielo veía en sus ojos doña Guiomar, porque en el amor que en sus ojos hallaba, la parecía como que veía la imagen de aquel por quien el amor acongojaba su alma; y la sucedía que cuanto más se contemplaba, más la parecía ver en sus ojos la fugitiva sombra de su deseo; y a tal llegó su amorosa ilusión, que creyó que no en sus ojos, sino detrás de ella, sobre las rubias trenzas de sus cabellos, aparecía la imagen de su anhelado, mirándola ansioso, copiado por el espejo, y como si detrás de ella hubiese estado de rodillas.
Con su carga dolorosa por una altura desciende Ataide; el rebato entiende, y una mirada ardorosa á la vega ansioso tiende. En los picos de la sierra las atalayas ardiendo hacen la señal de guerra, su roja hoguera, que aterra, incesantes repitiendo. ¡Ah, nos embiste el rumy! siniestro Ataide exclamó ¡mi venganza es cierta! ¡sí! ¡no ha de escapárseme allí! ¡él primero! ¡luégo yo!
Los señores de la ciudad protestaban con indignación de estas costumbres bárbaras e inmorales de la payesía, mientras hombres, mujeres y chiquillos asaltaban el vapor, ansioso cada uno de ser el primero en estrechar la mano del héroe.
Reinó en el auditorio silencio profundo y ansioso. A pesar de la atmósfera desfavorable que habían formado en torno suyo, su figura delicada, poética, donde resplandecía la humildad, no podía menos de causar impresión favorable. Soy inocente del crimen que se me imputa. En las manos de Dios, en quien he dejado hace tiempo todos mis pensamientos y cuidados, dejo ahora también mi sentencia.
Pero lo cierto fue continuó al poco rato que caíste en la redada que dio el gobierno al ocurrir aquellos sucesos. ¡Lo que yo sufrí una temporada! De vez en cuando fusilamientos en el foso del castillo que hay allá, y yo buscaba ansioso en los papeles los nombres de los sentenciados, siempre esperando encontrar el tuyo.
A mí sólo me han llegado noticias vagas... y venía ansioso. Os repito que me he ocupado hoy muy poco de los asuntos ajenos, asustada de los míos propios. Pero seguidme, padre Aliaga; os voy á llevar donde os informen de una manera completa: á la cámara de su majestad la reina. ¿Creéis que su majestad no se enojará...?
Roberto Vérod continuaba en Lausana, en los lugares de los cuales no se podía ya apartar. Un día, después de haber leído esta noticia, se encontró con el juez Ferpierre. Desde el momento del proceso no había vuelto a verle y apenas lo distinguió se le acercó, agitado y ansioso, como a la única persona con quien podía hablar aún de la muerta, del culpable y de sí mismo.
En otros países salen de las universidades y de las escuelas superiores los reformistas, los combatientes del progreso. Aquí sólo producen los centros de enseñanza un proletariado de levita ansioso de vivir, que asalta las profesiones y puestos públicos sin otro deseo que el de abrirse paso y que esta situación continúe.
Sorprendido y ansioso esperarás con impaciencia las bellas, las dulces, las alegres aventuras como yo las he esperado, como las espera todo el mundo. Pronto sabrás a tu costa que en este planeta alumbrado por el sol no hay más que dolor, trabajo, pesares y miseria.
Palabra del Dia
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