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Actualizado: 19 de junio de 2025


Te vas con él á Inglaterra; me le quitas cuando sabes que no puedo vivir sin él. Tu me asesinas, tu me... La voz se perdió en mi garganta y, fuera de , permanecí delante de ella sin decir palabra y como atontada. Juana me creyó impotente y aniquilada y cobrando ánimos me dijo con risa insultante: ¡Bah! No le amas tanto puesto que le olvidas muy bien conmigo...

Ahora bien, el razonamiento mata la ilusión; la ilusión perdida da el golpe de muerte a la confianza; y aniquilada la confianza, ¿dónde quiere usted que se coloque el amor en un corazón femenino?... Pero, en realidad continuó el buen cura levantando la cabeza con confianza, Magdalena no ha dicho que renuncia al matrimonio. , , haga usted el buen apóstol... ¿No ve usted que va por ese camino?

Bien queria yo haber proseguido con otras empresas, pero me precisado á no internarme mas: lo primero, por contemplarme muy falto de caballada, que en una marcha tan larga y de caminos tan fragosos la miraba muy aniquilada: lo segundo, por estar cerciorado de las prisioneras, que por todas aquellas serranias eran muchas las tolderias é indiadas que habia: y lo tercero, el tener presente la proximidad de las cosechas de este país.

Y cuando la señora calló, aniquilada, él prorrumpió en amarga lamentación contra la suerte negra que le acompañaba en la vida: de niño, torturado por la severidad exagerada del padre; de joven, castigado por la pérdida de la mujer y de su fortuna, y ahora, de viejo, obligado a abandonar la última ilusión que le quedaba y le sostenía: ¡su hijo!

Me he tomado el trabajo de salvarte porque me gustas y quiero poseerte... ¡Y voy á satisfacer ahora mismo mi capricho! Me cogió y yo traté de resistir, pero estaba aniquilada por las emociones sufridas. Sentí sus labios sobre los míos y exclamé: ¡Me horroriza usted! ¡Pues yo te encuentro deliciosa! ¡Prefiero morir! ¡Bah! eso se dice, y luego... ¡Cobarde!

La mente se pierde y se confunde con lo divino; mas no queda allí aniquilada e inerte; allí entiende aunque es pasiva; pero luego resurge y vuelve al mundo pequeño y grosero en que vive con el cuerpo, corroborada por aquel baño celestial, y capacitada y pronta para la acción, para el bien y para las luchas y victorias que debe empeñar y ganar en esta existencia terrena.

El señor de Brenay, que no parece más que raras veces por su salón, estaba paseándose con agitación febril que sacudía con bruscos movimientos sus bigotes largos y retorcidos. La de Brenay, desplomada en una butaca, parecía aniquilada y olvidaba por completo el cuidado de conservar sus maneras aristocráticas. Petra, muy encarnada y como vergonzosa, estaba mordiendo rabiosamente el pañuelo.

En medio de las calamidades que cayeron entonces sobre la casa, fui la única que conservó toda su sangre fría. Marta, aniquilada, se abismó en su dolor y mamá ¡la pobre y querida mamá! había permanecido durante tantos años sentada cómodamente y en paz al lado de la estufa tejiendo medias y mascando frutas azucaradas, que no quería ni podía concebir que aquella existencia cambiara.

»Cierto es también que constituye un suplicio muy superior a todos los del infierno del Dante el ver con tal claridad en el pecho de una hija los dos fieros adversarios, los dos principios de vida y de muerte, cuando la vida, vencida, aniquilada, retrocede paso a paso para ir abandonando el campo poco a poco a su enemigo implacable y eterno.

Tal vez los ojos del alma no pueden resistir tanto resplandor. Tal vez la inteligencia limitada no comprende aquellas perfecciones infinitas e inenarrables. Pero si la inteligencia, en el alma que llega a Dios, no ve ni comprende todo su ser, bástale con percibir algún atributo para no quedar perdida y aniquilada en su ventura.

Palabra del Dia

vorsado

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