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Sintió el olor de una rosa muy grande que Ana oprimía contra los labios de su buen amigo, de su hermano mayor; la música de las palabras se mezclaba con el aroma de la flor en mística composición.... «Ay, , amor, y buen amor era todo aquello.... Era un enamorado; el amor no era todo lascivia, era también aquella pena del desengaño, aquella soledad repentina, aquel dolor dulce y amargo, todo junto, capaz de redimir la culpa más grave.

Largo tiempo permanecí sobre cubierta obstinada en distinguirlo, y cuando ya no le vi... »Todo ha terminado para dije. »Y me creí sola en el mundo. »En la adversidad se tiene fácilmente valor para sufrir, cuando vemos junto a nosotros las personas a quienes amamos. Pero el infortunio se hace aún más amargo si nos vemos rodeados tan sólo de seres indiferentes.

La voz se ahogaba en mi garganta y no tenía valor para decir la fatal noticia. Repitieron la pregunta, y entonces vi a mi amita que salía de una pieza inmediata, con el rostro pálido, espantados los ojos y mostrando en su ademán la angustia que la poseía. Su vista me hizo prorrumpir en amargo llanto, y no necesité pronunciar una palabra. Rosita lanzó un grito terrible y cayó desmayada.

Convendría que se fuese en seguidita á Medina; pero, hijo, yo no puedo decírselo... Está en mi casa... Además, bastaría que notase por lo que es para que se encaprichase en quedarse y tal vez hiciese una atrocidad... Ya la conoce usted. , ; la conozco bien respondió el joven con acento amargo. ¿Por qué no la habla usted? ¿Yo? exclamó con sorpresa. Yo no tengo ninguna influencia sobre ella.

Como si se me hubiese olvidado todo lo que había sufrido hasta los dieciocho años, como si en mi casa me hubieran mimado, prescindiendo de tanto recuerdo amargo y de algunas cicatrices que tengo repartidas por el cuerpo, quise volver al pueblo, ver los lugares donde había crecido, los rincones donde me escondía para llorar, la cueva donde me encerraban, el camaranchón que llamaban mi cuarto, la cuadra, las mulas, la fuente, todo aquello, en una palabra, que debía serme odioso: en fin, comprendo que era una chifladura ridícula, pero hasta quise ver a mi madre, y a mi padrastro, y a la bribona de la niña. ¿Qué pasó por ? como dicen en las comedias, no lo : pero cuando pensaba en ello decía mentalmente mi familia.

Ella sólo gustaba de los cigarrillos orientales... Y como persistiese el acre olor del cigarro habano, jugoso y bravío, rebuscó en su maletín de aseo, derramando sobre la cama el fondo de varios frascos de esencia largo tiempo olvidados. Una repentina inquietud amargó su espera. La que iba á llegar ignoraba tal vez cuál era su habitación.

Pertenecía a la variedad rara y exquisita de las rubias trágicas; sin ser muy alta, imponía por la perfección de su belleza, por el brillo extraño de sus ojos de un azul sombrío, por el royo de inteligencia de su frente ancha y pura; tenía en los extremos de su boca un pliegue misterioso, que parecía formado por un amargo desdén.

Por la forma es uno feo y otro bonito, uno triaca y otro veneno, uno soso y otro salado, uno amargo y otro dulce, uno huele bien y otro hiede, ¿qué no podrá hacer la naturaleza cuando yo flaca mujer, con harina sólo, hago cosas tan distintas y de tan diferente sabor sin que sean sustancialmente más que harina?

Y hasta creen que las aves Dicen al tomar su vuelo: «Cantando me he de ir al cielo; «Cantando me han de enterrar!» Y te ven junto al fogon, Sin que nada te arrebate, Saboreando amargo mate Veinte y cuatro horas payar.

Su maldad era todavía una forma especial del valor pueril, de esa arrogancia tonta que consiste en querer ser el primero. El estado casi salvaje en que aquella arrogancia crecía, trájole a tal extremo. De esta manera, un muñeco abandonado a sus instintos llega a probar el licor amargo de la maldad y a saborearlo con infernal delicia. A Pecado se le conquistaba fácilmente con hábiles ternuras.