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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Ya llegan a la alta cumbre, ya ven azular los mares, ya ven mecerse las velas, ya piensan hollar la nave. Mira, mira, dice el moro; mira, mi amada, cuál salen inquiriendo nuestras huellas los jinetes del algarbe. No temas, ella responde; no temas, mi bien, mi Zaide, que un encanto aquí me asiste que presto a los dos nos salve.
No queriendo don Juan que su amada viajase en compañía de los demás cómicos ni en coche de segunda, como correspondía a su categoría artística, le proporcionó para sí y la doncella un reservado y fue a despedirla a la estación, donde cubrió el asiento que debía ocupar con un precioso ramillete de flores y una cestilla llena de exquisitas provisiones de boca.
En el acto segundo vemos á D. Juan, desesperado por la infidelidad de su amada; hasta la prueba de afecto, que le ofrece, entregándole todos los regalos recibidos, se estrella en su incredulidad, y resuelve, por tanto, hacer la corte á otra beldad, llamada Marcela.
¿Y si nada conseguís? preguntó distraida. La pregunta le hizo daño á Isagani; fijó los ojos en los de su amada, cogióle suavemente una mano y repuso: Escucha: si nada conseguimos... Y se detuvo vacilando.
Cierta vez, como aquel hombre volviera a hablarle de su abolengo, Ramiro, olvidando la reserva que las circunstancias exigían, declaró su verdadero nombre y la historia de su linaje. En seguida, sin mayores rodeos, contó su desgraciado amor y la doble muerte de su rival y de su amada. Bien hizo vuesa merced respondió el espadero tranquilamente. ¡Ay del varón que no hace lo mesmo!
No sabía con qué objeto ni qué podría conseguir en el viaje, pero ansiaba verse junto a Gallardo, con ese anhelo cariñoso que cree aminorar el peligro colocándose cerca de la persona amada. Aquello no era vivir. Se había enterado por los diarios del gran fracaso de Juan el domingo anterior en la plaza de Madrid.
"Para inflamar tu cólera te diré que a despecho del mundo tu amada será mi esposa; pero esto es poco para un árabe si no ve el color de la sangre de su rival. A la tarde espero estar libre y al anochecer verme contigo a la ribera opuesta del puente entre los árboles del bosque. Muley."
Lo más que recabó el joven marqués de su amada fue que le permitiese besarla en la frente de vez en cuando a título de hermano. Y no es necesario manifestar a los experimentados lectores que con este ayuno forzoso el amor del joven, lejos de mermarse, creció y se sobresaltó hasta lo indecible; porque deben suponerlo.
Neris, con una coquetería de anciano, desplegó todas las seducciones de un espíritu todavía joven y siempre amable evocando los lejanos recuerdos del tiempo en que, joven, bella y amada, la de Raynal se le había aparecido radiante del brazo de su esposo bajo aquel hermoso cielo de África... ¡Casi el cielo natal! suspiraba con una sonrisa melancólica en los labios!
La lucha entre el amor y el deber de la gratitud es grande en su pecho; pero no se resuelve á ceder su amada al infiel, y para impedirlo indefectiblemente, se apresura á casarse con ella; declara en seguida á Abdallah que ya no le debe favor alguno, y que vuelve á su poder prisionero.
Palabra del Dia
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