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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Yo me alegraría muchísimo. Creo que es la única mujer que te conviene. ¡Ay, Julita! exclamó con vehemencia incorporándose un poco. Qué placer me has dado. Hace una porción de días que no pienso en otra cosa. Lo sabía perfectamente... Pero hazme el favor de taparte, porque si te mueres no hay boda, y yo quiero comer dulces a toda costa. Miguel la dirigió una sonrisa de reconocimiento.
Se acordó que había sido con el único objeto de complacer a Huberto; dio vuelta hacia él, a fin de convencerse, a lo menos, de que su presencia lo hacía feliz. Pero Huberto no la miraba, su atención estaba consagrada a la señorita Brandes, que estaba en la escena, y parecía no ocuparse más que de ella. Me alegraría mucho de irme a casa pensaba María Teresa.
Si temes dejarme sola en nuestra choza, debes llevarme contigo. Mucho me alegraría acompañarte. Pero, madre, dime ahora, ¿existe semejante Hombre Negro? ¿Y lo has visto alguna vez? ¿Y es ésta su señal? ¿Quieres dejarme en paz, si te lo digo de una vez? le preguntó su madre. Sí, si me lo dices todo, respondió Perla. Pues bien, una vez en mi vida encontré al Hombre Negro, dijo la madre.
Las apariencias coinciden maravillosamente; la madre de la empleada de Correos ha nacido, en efecto, en la Martinica y su difunto padre sirvió en África. Mejor. Por muy cortas que fueran nuestras relaciones, conservo de ellas un encantador recuerdo y me alegraría mucho de poder ser útil a la hija. No hay que apresurarse, Héctor, te lo ruego observó la castellana.
Cerrado el inciso, y otra vez al tema: «¡Vaya con lo que me ha dicho esta mañana Nicolás: que Feijoo es el primer caballero de Madrid y que le ha prometido una canonjía! Si se la dan, ya no me queda nada que ver. Yo me alegraría, para quitarme esa carga de encima; pero ¡qué tiempos y qué Gobiernos! ¡Ah!, si yo gobernara, si yo fuera ministra, ¡qué derechitos andarían todos!
Juan Machín no ha aparecido. Quizá anda perdido por los mares; quizá también ha ido a buscar algún tesoro en un rincón del planeta. Como guardando la tradición de la familia, es él el Aguirre inquieto que se pierde por el mundo. ¿Vive? ¿No vive? ¿Volverá? No lo sé. Confieso que al principio no hubiese querido que volviera; hoy, sí, me alegraría de verle y de estrechar su mano.
La expresaba diciéndose que tal vez se alegraría de no estar tan alegre. La impaciencia y vivacidad de Bringas se manifestaban en una fiebre de intervención doméstica, en un como delirio de administración, vigilando sin ver y dirigiendo todo lo mismo que si viera. Ni un instante dejaba de promulgar disposiciones varias, y él mismo se contestaba a las preguntas que hacía.
En primer lugar, yo me alegraría de que el ascenso del género humano a género superhumano fuese general o total, aunque en la superhumanidad futura hubiese también, como en la humanidad presente, y en la debida proproporción, ineptos y aptos, torpes y hábiles, y tontos y discretos, etc.
Don Jaime dió otro paseo por la sala, se detuvo en el medio a meditar unos instantes, y concluyó por hacer un gesto de desdén con los labios, levantando al mismo tiempo los hombros. Luego vino hacia doña Paula y le preguntó: ¿Su marido tiene conocimiento del paso que usted acaba de dar? No, señor..., y me alegraría de que pudiera arreglarse todo sin que él se enterase... Perfectamente.
Si se puede sacar oro de ese metal extraño, frío y terapéutico que se llama mercurio, todo el mundo tendrá oro próximamente. Por lo menos, todo el mundo tendrá oro en una proporción equivalente a su cantidad de mercurio. Claro que entonces el oro perderá casi toda su importancia; pero por eso precisamente es por lo que yo, con una intención algo bolchevique, digo que me alegraría...
Palabra del Dia
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