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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Mucho me alegraría de que así sucediese respondió la niña con perfecta naturalidad. Castro hizo una defensa apasionada de su amigo, lo recomendó con toda eficacia a la benevolencia de Esperanza. Mas al verter en el oído de ésta algunas exageradas frases de elogio, el tono displicente con que las pronunciaba y la sonrisa burlona que no se le caía de los labios, las desvirtuaban bastante.
Hacía muchas noches que no descansábamos tan bien dijo Cornelio estirándose . Ya era hora de que los piratas nos concedieran algún reposo. ¿Se oye algo? preguntó el Capitán. Nada más que el griterío de las aves, tío. Parece que el combate acabó. Me alegraría de que hubiesen llevado los piratas la peor parte dijo Van-Horn . Así nos dejarían tranquilos para siempre. Pronto lo sabremos, viejo.
El señor Botella necesitaba oro con un fin económico o con un fin científico , y en vez de ponerse a hacer literatura, a hacer sillas o a hacer chaquetas, se ha puesto directamente a hacer oro. Tome ejemplo el lector español, y si no puede hacer oro, trate, por lo menos, de hacer billetes. Por mi parte, yo me alegraría mucho de que el descubrimiento del Sr. Botella fuese realmente eficaz.
Pepa se enfadaba o fingía enfadarse, le daba pellizcos feroces, le llamaba hipócrita, coquetón, desvergonzado. Concluyó por decir: Todo eso que me dices es una farsa tuya. Si fuese verdad me alegraría, porque así tendría cierta influencia contigo para hacerte un buen marido.
El capitán Juan Montiño contestó don Juan. Rechinaron los cerrojos del postigo, que se abrió á medias. Entrad dijo la mujer. Y cuando don Juan hubo entrado, el postigo volvió á cerrarse. Esperad dijo Quevedo conteniendo con la mano el postigo ; aún queda uno, digo, si no es que yo sobro, que me alegraría. ¿Sois don Francisco de Quevedo y Villegas? Créolo así.
Me alegraría mucho si usted, Jacobo Ivanich, pudiera serle útil; es muy interesante, y tales tendencias... ¿comprende usted?... hay que alentarlas. Dio unos golpecitos amistosos en la angosta espalda de Kotelnikov. El director, un francés de bigote negro y belicoso, miró al cielo como buscando una solución, y con un gesto decidido, exclamó: ¡Perfectamente!
Palabra del Dia
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