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Actualizado: 12 de julio de 2025
El extranjero aguardó un momento, pero, en aquel instante, una compañía de miqueletes avanzaba por la carretera, corriendo y haciendo disparos, y la gente del Cura se retiraba. CÓMO CUIDÓ LA SE
Pepa, al tiempo de salir del brazo del banquero, dijo en alta voz volviéndose a los Presentes: Conste que no vamos en coche. Lo cual les hizo reir. Conste dijo el duque riendo que esto lo dice por adularme. Que se explique eso: no hemos comprendido ... gritó Cobo Ramírez. Pero ya el duque y Pepa habían desaparecido detrás de la cortina. Clementina aguardó sólo cinco minutos.
Demetria la escuchaba embelesada y de vez en cuando aplicaba un sonoro beso en sus mejillas de rosa. No fué mucho tampoco lo que pudo dormir la zagala aquella noche. Aguardó sin embargo á que su padre la llamase y se vistió como si fuesen á conducirla al suplicio.
¿Llevamos cinco, verdad? preguntó Leocadia. Sí: mañana toca el sexto. Entráronse en seguida ellas, cada cual en su cuarto, y Tirso se quedó leyendo en el breviario. Pepe aguardó a que se recogieran las mujeres y luego volvió al comedor, resuelto a tener una explicación con su hermano.
Y quédate adiós; que hasta que ellos se vayan no pienso volver a esta casa. No le respondió nada Costanza ni él aguardó a que le respondiese, sino volviéndose a salir, cubierto como había entrado, se fué a dar cuenta a Carriazo de cómo sus padres estaban en la posada. Dió voces el huésped a Tomás, que viniese a dar cebada; pero como no pareció, dióla él mismo.
Aquí Asunción cesó de hablar, y Lola, que la escuchaba con tristeza y curiosidad, aguardó un rato a que continuase, y viendo que no lo hacía, le preguntó: Pero, ¿por qué me decías que después de contármelo no iba a darte más besos y todas aquellas cosas? Al contrario, ahora te quiero más... mira como te quiero. Y Lolita al decir esto le daba apasionados besos.
Me arrancó el gozo ese grito, Amaury; jamás me sorprende tu presencia, puesto que siempre la aguardo; pero estoy tan débil y soy tan nerviosa, que todas las impresiones me causan un efecto extraordinario.
Entró Guillermina, que también hubo de llevar sus notas de alegría al concierto general. «Ya era tiempo dijo antes de meterse en el rincón en que solía estar . No aguardo sino a que descanse del viaje para ir a echarle el toro... Me tiene que dar para concluir el piso bajo. Y lo hará, porque le hemos traído con esa condición: que favorezca la beneficencia y la religión. Dios le conserve».
Al avisarle el camarero que la signora Talberg estaba en su habitación del piso inferior, Ulises se estremeció de inquietud. ¿Qué diría ella al encontrarle instalado en su hotel?... La hora del almuerzo estaba próxima, y aguardó con impaciencia las señales diarias para bajar al comedor.
Fray Facundo se tapó los oídos y exclamó en un arranque de coraje: Con todo respeto, señora duquesa.... Yo no puedo oír tales cosas.... Aguardó la señora a que el obispo descubriese las orejas, y dijo: No me vengas, Facundo, con escrúpulos de monja. Si no quieres oírme, rebáteme con razones sensatas, y yo me callaré. De lo contrario, tendré que pensar que eres un estúpido o que estás obcecado.
Palabra del Dia
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