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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Con todos estos defectos, que aquí y en otras partes muchos consideran virtudes, aunque virtudes exageradas, D. Gumersindo tenía excelentes cualidades: era afable, servicial, compasivo, y se desvivía por complacer y ser útil a todo el mundo aunque le costase trabajo, desvelos y fatiga, con tal de que no le costase un real.

Fallos, juicios y opiniones oímos en el mundo que nos parecen atinados y justos, y los acogemos ligeramente, los repetimos, los hacemos nuestros, y suele suceder que más tarde caemos en la cuenta de que hemos repetido una tontería. Linilla así la llamé en lo de adelante no volvió a tocar el punto, y siempre se mostró conmigo afable y satisfecha.

El feo se halla agraciado; el cobarde, humano y benigno; el tonto, lleno de candor y de inocencia; el afeminado, culto; el brutal e intratable, brioso y leal; el insolente, franco; el bajo y adulador, afable y bueno. Así también yo me engañaba. »A veces entreveía yo mi engaño, y me atormentaba la sospecha de mi indignidad.

Sentado a su lado, en el pescante, iba el marqués de Sabadell, afable y cariñoso, defendiendo de los rayos del sol el rostro de la dama con una gran sombrilla de grueso tafetán encarnado, y atento siempre a remediar con su vigoroso puño cualquier descuido que en su ardua tarea de guiar el coche pudiera tener el aristocrático cochero.

Por lo demás, puede creer que, lejos de despreciarle, me ha inspirado usted siempre una profunda estimación fundada en su corazón generoso y sensible y en su carácter afable sobre todo elogio.

Arrugada la blanca enagua, se insubordinaba bajo el vestido de paño; un lazo de un zapato se había desatado, flotando y cubriendo el empeine del pie. Lucía miraba en derredor con ojos vagos e inciertos; estaba seria y atónita. ¡El billete, señora! ¡Su billete de usted! seguía gritándole el empleado, con no muy afable tono. El billete... repitió ella.

Usaban todas corpiño y enaguas de paño negro ó color de castaña, con mangas, pechera y delantal de muselina ó indiana blanca. Así mismo, todas revelaban su benignidad de carácter y su modesto bienestar en sus redondas carnes, sus rosadas mejillas, su risa candorosa y afable y sus ojos azules llenos de dulzura.

Mariquita es gallarda y hermosa, aseada y pulcra, caritativa con los pobres, llana y afable en su trato, generosa con la gente menuda, y para con los amigos, leal, cariñosa y suave. Todos los ya citados personajes y no pocos otros de segundo y tercer orden hablan en la novela muy naturalmente y como deben hablar, esto es, sin que el Sr.

Dejémonos de eso, Lucía; no quiero verla a usted con ese gesto; ¡se pone usted fea! dijo en tono desahogado él, aludiendo por vez primera a las condiciones físicas de Lucía . ¿Qué desea usted ahora? ¿Quiere usted que la lleve a ver alguna curiosidad de este pueblo? ¿El hospital? ¿Los fuertes? Hablaba afable cual nunca, y Lucía se aplacó, como las crespas olas al cubrirlas capa de aceite.

Había ya entre nosotros cierta intimidad fraternal, dulce y respetuosa, que me hacía grata la vida en Villaverde. En ocasiones pensé: ¿si estaré enamorado? No; hasta entonces aquello era una amistad afable, un afecto sencillo que mi tía Pepa fomentaba a todas horas. Una vez la buena señora, se dejó decir: ¡Ay, Rorró! Si alguna vez piensas casarte... busca una mujer como Angelina. Estábamos solos.

Palabra del Dia

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