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Actualizado: 6 de junio de 2025
Sí; él bien puede encargarse; los quehaceres no le matan. Con la solución dada al asunto, ambos se habían puesto de buen humor; la plática fue en adelante más expansiva y afable. D. Bernardo invitó a su sobrino a almorzar, y éste aceptó sin que se lo rogase. Cuando bajaron al comedor, estaba ya reunida la familia.
Al concluir el alegre desayuno, cuando me levantaba yo ahito de pasteles, mi tía Pepa, entre afable y severa, me detuvo diciendo: Te falta una cosa, Rodolfo.... ¿Qué cosa, tía? ¡Dar gracias, Rorró!... Me hicieron rezar el Padre nuestro, el Ave María, la oración de San Luisito, y un requiem, y otro, y otro más, por el abuelito, por la abuelita y por mis padres.
Lo que pretendía, lo que yo suplicaba era que no se pusieran obstáculos a los proyectos acordados entre Ángel y mi hija. » Quisiera yo que la señora marquesa considerara dijo al oírme don Santiago, en tono muy afable que cuando se tratan en familia asuntos como el que nuestro hijo vino a tratar con nosotros, no debe extrañarse que los padres, mirando por el bienestar y por...
Mesía le miró aprobando sus palabras con una inclinación de cabeza y una afable sonrisa. Señores añadió Trabuco, animándose esto es escandaloso. Aquí todo se convierte en política. El señor Magistral es una persona muy digna por todos conceptos. Díjolo Blas. ¡Lo digo yo! Como si lo dijera el gato. Hubo una pausa. El ex-alcalde no era un Joaquinito Orgaz.
Se ha mostrado siempre bien educado, hasta afable conmigo, pero había en su cara un no sé qué que me repelía y que me hace decir sin vacilar: ese hombre es un canalla y se verá el día menos pensado. ¿Venía aquí á menudo? Sí, señor, venía mucho al principio; y hasta llegué yo á sospechar que pensaba en casarse con la señorita María.
Al saber después que íbamos con propósito de pasar allí la noche, volvióse rápidamente hacia Neluco y le dijo con afable sonrisa: Pues de ese modo, y ya que conoces bien la casa, encárgate tú de hacer los honores de ella a este caballero, mientras yo doy aquí abajo algunas disposiciones que son necesarias para quedar enteramente a la de ustedes.
Guardéme bien de ponérselo en duda siquiera; me despedí de él muy afable, y me dirigí a la casa del médico, que estaba a dos pasos.
A las diez de la mañana concluía Estupiñá invariablemente lo que podríamos llamar su jornada religiosa. Pasada aquella hora, desaparecía de su rostro rossiniano la seriedad tétrica que en la iglesia tenía, y volvía a ser el hombre afable, locuaz y ameno de las tertulias de tienda.
Era alta y esbelta; vestía de blanco, y me pareció de singular hermosura. La enferma secó sus lágrimas. Siempre fué adusta y severa; jamás lisonjeaba, nunca tenía una frase dulce y afable. La enfermedad había quebrantado aquel carácter entero, férreo, como de una pieza. Ahora tenía ternuras y delicadezas que conmovían profundamente. ¡Vamos, ya te veo a mi gusto! ¡Jesús! ¡Qué guapo que estás!
Acabado este punto, se tocó el del hijo. ¿Y eso le ha metido en cuidado? le preguntó el boticario sobándose el codo y sonriendo blandamente. No diré que en cuidado respondió el de Peleches muy afable ; pero en cierta curiosidad... Es natural eso, ¡je, je!... Pues respecto de ese muchacho, ¡caray! yo no sé qué decirle a punto fijo... a punto fijo... eso es.
Palabra del Dia
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