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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Rica en verdad debe de ser esta gran villa y holgada la condición de sus moradores, á pesar de recientes guerras y trastornos. Pues si el aspecto de los buenos burgueses os admira, repuso Don Pedro, ¿qué me decís de esos hombres de armas escogidos y de los bien plantados arqueros? Difícil sería igualar y menos vencer fuerzas tan apuestas y bien disciplinadas.
Son estos naturales de regular estatura y disposición; su color es moreno algo pálido, particularmente las mujeres, las que, sin embargo de andar todas descalzas y casi desnudas, y estar ordinariamente ocupadas desde niñas en los trabajos de agricultura, como son carpidos y otros, se admira lo pequeño y bien formado de sus pies y manos, y buena disposición de sus cuerpos.
Ahí tenemos al amigo Pérez dijo riendo Maltrana, ese buen mozo subido de color que admira a Inglaterra hasta en sueños.
Donde viene de repente, donde la rigidez del invierno la hace más deseable, es donde se muestra con más pompa y estruendo, donde da más alta razón de sí, donde resplandece más benigna en el trono de su gloria, donde más se la admira y donde merece ser más admirada. El hielo que cubre los ríos se quebranta, se rompe, y baja en gruesos témpanos hacia la mar con descompuesta furia.
SANCHO. Pésame que mi amor pongas en duda. PELAYO. ¡Voto al sol!, que se casa con Elvira. Aquí la dejo yo; mi amor se muda. SANCHO. ¿Qué mayor interés que al que suspira Por su belleza, darle su belleza, Milagro celestial que al mundo admira? No es tanta de mi ingenio la rudeza, Que más que la virtud me mueva el dote.
La prima de Alfonso, madame de Pré, quien vive en compañía de M. de Pansey, es una persona muy amable, aunque de mucha edad. Me admira que en las postrimerías de la vida y cuando vamos a perder ya todo lo que pertenece a este bajo mundo, seamos todavía sensibles a la ambición...
Pero veo que usted se admira de que le haya traído de comer. ¡Ah! confieso mi falta. Pero no he podido resistir los impulsos de la compasión. He sido débil; no he nacido para el rigor, y confieso que no tengo carácter, como debiera, para sostener la rigidez de la disciplina. Si he cometido una falta, perdóneme usted.
Lo que sí es probable, casi seguro, es que el Condesito te ha encontrado bella, airosa y elegante; ha imaginado que eres buena y que estás bien educada, en lo cual no se equivoca, y te admira y le atraen hacia ti curiosidad, simpatía y otros vagos deseos y pensamientos. Te concedo, además, que el Condesito, con su petulancia, que es mucha, se promete triunfos y victorias que no te hacen favor.
Pocos puntos de vista pueden ofrecer en Alemania un espectáculo tan hermoso y variado como el que se admira desde las ruinas del «Castillo Viejo.»
Sé muy bien cuán profundamente lo ama añadió, sé cuánto lo admira y cómo, en la soledad de su habitación, ha llorado muchas veces amarga y largamente, porque creía que era usted indiferente y ciego a la ardiente pasión de su noble, sincero e inocente corazón. ¿Pero cómo era posible hacer eso ahora? El paradero de mi bien amada era un misterio para todos nosotros, nadie lo conocía.
Palabra del Dia
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