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Actualizado: 2 de mayo de 2025


¡Bah! dijo Julio respondiendo a la acusación de Muñoz, yo te juro que esa actitud mía no era orgullo. Venía, simplemente, de cierto pesimismo, algo así como sintiendo la inutilidad de confesar nada... Me parecía que de todos modos lo realmente mío a ninguno de ustedes podría interesar. O más bien... me repugnaba mostrar las intimidades de mi espíritu.

Después de combinado este plan, le refirió a Hales muchos hechos ciertos sobre la vida de mi padre en el mar, con el fin de confundirme y engañarme mejor, pero agregó esa acusación falsa que yo, al verla corroborada por él, tuve la desgracia de creer, es decir, que mi padre había cometido un asesinato para obtener ese pequeño paquete de cartas con el secreto cifrado.

Eso hicieron los de tu raza con el país en nombre de la religión, sembrando la ignorancia y la incredulidad, como tu fanatismo ha sembrado aquí la desdicha. He procurado contrarrestar el mal que causaba tu ateismo. Pepe rechazó vigorosamente la acusación del cura, y entonces sus frases ganaron en alteza lo que perdieron en naturalidad.

Es verdad que como una gota de bálsamo á tanta amargura ha salido el Código Penal; pero ¿de qué sirven todos los Códigos del mundo, si por informes reservados, por motivos fútiles, por anónimos traidores se extraña, se destierra sin formación de causa, sin proceso alguno á cualquier honrado vecino? ¿De qué sirve ese Código Penal, de qué sirve la vida si no se tiene seguridad en el hogar, fe en la justicia, y confianza en la tranquilidad de la conciencia? ¿De qué sirve todo ese andamiaje de nombres, todo ese cúmulo de artículos, si la cobarde acusación de un traidor ha de influir en los medrosos oídos del autócrata supremo, más que todos los gritos de la justicia?

Hubiera podido, hubiera debido dar explicaciones, rebatir la terrible acusación de la marquesa; los ojos de Clara se las demandaban con insistencia; pero la innata y fiera altivez de su naturaleza le cerraba los labios. Suponer que él era capaz de dejarse abofetear con el objeto de tener facultad para elegir armas era una injuria que su esposa no tenía derecho siquiera a imaginar.

Pero, aunque las declaraciones del viejo criado eran demasiado incompletas y confusas para que pudieran servir de base a una acusación, bastaron para herir a Gertrudis presentándola a los ojos del mundo como una criminal. Cuanto más prescindía ella de toda sociedad, cuanto más decididamente cerraba la puerta del molino a los extraños, más extravagantes eran los rumores que corrían sobre ella.

Y ahora últimamente, por mano del propio Gil de Mesa y de otro mi confidente, he escrito cartas al Supremo Consejo de la Inquisición, y al ilustrísimo Cardenal de Toledo, Inquisidor general, al señor Obispo de Canarias, ofreciéndoles que me presentaría al dicho Santo Oficio para justificarme de la acusación que en él me había sido puesta; y para esto les pedí salvoconducto, y que me presentaría donde me fuese mandado y señalado, como el dicho señor Obispo podrá atestiguar.

Un trozo de cielo se mostró, como una sonrisa. Yo la dije: «¿Ve usted el firmamento azul?...» Ella se levantó. ¿Y después? preguntó el juez al ver que el narrador se callaba. Lo que el joven tenía que decir debía ser más grave, tenía que ser contrario a la acusación, para que lo hiciera interrumpir así su relato. ¿Y después? ¡Diga usted todo; es preciso decirlo todo! Ella habló del otro.

Su Bilbao volvería á ser la villa comercial, la de las famosas ordenanzas, con una vida mediocre y pacífica, sin enormes capitales, pero limpia la conciencia del remordimiento cruel que pesaba sobre ella, cuando desfilaba por sus calles el ejército de la miseria, los parias del trabajo en huelga, los que llegaban á exhibir como una acusación muda sus harapos y su cara de hambre ante los palacios de los ricos.

Al ver probada la inocencia de Zakunine, veía que había lanzado la acusación por odio directo a él, bajo la inspiración de una voz secreta que le decía que ese era el asesino: a ese hombre, no a la mujer, tenía que pedir cuentas de la muerte de la infeliz.

Palabra del Dia

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