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Actualizado: 1 de julio de 2025
El cocinero de su majestad fué á avisar al excelentísimo señor duque de Lerma, que doña Ana de Acuña recibiría á obscuras al rey á las doce de aquella noche.
Marchaba primero el ilustre poeta García de Resende, recopilador del Cancionero que lleva su nombre, y Secretario de la Embajada, y le seguían los reyes de armas de Portugal con sus lucientes cotas y los maceros del Papa, que precedían al Embajador Tristán de Acuña.
P. La moneda que se acuña, ¿es de buena ley? R. La provincial es adulterada. Aquí los hechos hablan con toda su horrible y espantosa severidad. Sólo la historia de la conquista de los mahometanos sobre la Grecia presenta ejemplos de una barbarización, de una destrucción tan rápida. ¡Y esto sucede en América en el siglo XIX! ¡Es la obra sólo de veinte años, sin embargo!
Apolo preguntó á Anníbal Caro si se le ocurría hacer alguna observación, contestando que convendría convocar á D. Fernando de Acuña y al canónigo Pacheco, los cuales, como poetas satíricos, decidirían, con su perspicaz ingenio, si la cuestión propuesta era digna de ulterior consejo.
Pocos años después, enviado por el rey Don Manuel, llegó a Malabar Vasco de Gama, Tristán de Acuña, el grande Albuquerque y otros héroes de Lusitania dilataron nuestro dominio y nuestra gloria por el Oriente.
Habiéndose puesto en marcha con este intento, campó aquella noche en Ocalla, en cuya proximidad se halló muerto al P. Fray José Acuña, religioso del Orden de Santo Domingo, conventual del Cuzco, y encargado de una de las haciendas que posee esta religion en aquellos territorios.
Pero á poco tiempo se desapareció aquella alegria, desvaneciéndose sus concebidas esperanzas con las desgraciadas muertes del dicho D. Manuel, y del Justicia Mayor, D. Juan Antonio Acuña, que con una corta escolta conducian preso á aquel rebelde: quienes, viéndose inopinadamente atacados en la cuesta de Chataquilay, y que era muy dificultoso conservar su persona con seguridad, determinaron matarle antes de intentar la resistencia, sin que bastase despues el esfuerzo á salvar ninguno de los que le conducian; creciendo el espanto y susto con haberse acercado inmediatamente los indios agresores á la ciudad para cercarla, campando dos leguas de ella, en los cerros de la Punilla, mas de 7,000, capitaneados por Damaso y Nicolas Catari, hermanos del difunto Santos Achu, Simon Castillo y otros caudillos.
Don Gil de Albornoz, el famoso cardenal, marcha a Italia, huyendo de don Pedro el Cruel, y, como experto capitán, reconquista todo el territorio de los papas refugiados en Aviñón; don Gutierre III va con don Juan II a batallar con los moros; don Alfonso de Acuña pelea en las revueltas civiles durante el reinado de Enrique IV; y como digno final de esta serie de prelados políticos y conquistadores, ricos y poderosos como verdaderos príncipes, surgen el cardenal Mendoza, que guerrea en la batalla de Toro y en la conquista de Granada, gobernando después el reino, y Jiménez de Cisneros, que, no encontrando en, la Península moros a quienes combatir, pasa el mar y va a Orán, tremolando la cruz, convertida en arma de guerra.
Más de ciento cincuenta lenguas y más diferentes entre sí que la española y la francesa, hallaron los PP. Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda en las naciones que pueblan las riberas del Marañón, cuando por orden de Felipe IV entraron á reconocer aquellas provincias; en quince lenguas, si mal no me acuerdo, se habla en las misiones de los Moxos, siendo así que no llegan los convertidos á treinta mil; y en estas nuestras Reducciones de Chiquitos hay neófitos de tres y cuatro lenguas.
Entusiasmado con esto el Padre Ambrosio, pintó a los frailes la pompa triunfal con que Tristán de Acuña entró en Roma. Tal vez desde los tiempos en que volvió el andaluz Trajano de conquistar la Dacia, moviendo por última vez al dios Término para que ensanchase el imperio de Roma, Roma no había presenciado espectáculo más grandioso.
Palabra del Dia
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