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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Artegui torció a la derecha, siguiendo el malecón, mientras explicaba a Lucía esas nociones elementales astronómicas, que parecen novela celeste, cuento fantástico escrito con letras de lumbre sobre hojas de zafiro. La niña, embelesada, miraba tan pronto a su acompañante, como al firmamento apacible. Sobre todo, la magnitud y cantidad de los astros la confundía. ¡Qué grande es el cielo!

Es usted muy bueno y desinteresado balbuceó la señora mientras proseguían su marcha. ¡Es tan agradable encontrar un hombre de corazón, una persona con quien poder simpatizar en una sociedad tan endurecida e insensible como la que nos ha tocado en suerte!... Y Lady Clara bajó los ojos, pero no antes de que hubiese producido el efecto ordinario sobre su acompañante.

Después de este paso, y cuando el campo se ha despejado, sube el novio la escalera de la casa, entrando con el Iman en la habitación donde se encuentra la señora de sus pensamientos muelle é indolentemente tendida en un cogín; preséntale él sus respetos; su acompañante, haciéndola levantar, la coge por la cabeza dándola dos vueltas á la derecha, y, finalmente, asiendo la mano del novio, la coloca sobre la frente de la novia, la que inmediatamente se cubre el rostro en señal de rubor.

Pero sus dedos, al sentir el contacto de la epidermis femenina, se inmovilizaron en voluptuoso desmayo para oprimir después, acariciadores, las manos de ella. Y como los ojos de Elena parecían implorar una respuesta á sus recientes preguntas, él hizo un movimiento con su cabeza: «». A partir de este día Watson fué el único acompañante de la esposa de Torrebianca en sus paseos á caballo.

El Canelo, con el rabo enroscado, marchaba delante, unas veces cerca, otras lejos, y parándose con frecuencia á ver si sus amos le seguían. Mientras no salvaron el puente caminaron en silencio. La condesa observaba con el rabillo del ojo y sonriendo picarescamente la actitud encogida y espantada de su acompañante. Al llegar á la carretera tuvo compasión de él y le dirigió la palabra.

Y diga usted, señor Campistrón, ¿en qué época exacta se marchó de Francia? Partió hace dos años con Novelli. Dos años... ¿Está usted seguro? Segurísimo; en el mes de agosto trabajaba todavía conmigo... Mi señora puede decirlo y nuestro acompañante puede atestiguarlo... Toda la casa lo afirmará... ¿Pero con qué objeto? Nadie sabe lo que puede ocurrir, dijo gravemente Marenval.

Lubimoff no puede contener su extrañeza. «¿Aquí?...» Ve un túmulo de tierra sin adorno alguno, sin nada que lo diferencie de los otros, y que no le infunde ninguna emoción. Mira con inquietud á su acompañante. ¿No se habrá equivocado?... ¿No estarán ante la sepultura de un pobre militar muerto de sus heridas?

Tenía también su correspondiente solana que corría de esquina a esquina entre dos mensulones de sillería, y por debajo de ella entramos en el soportal, donde un perrazo pinto que se despertaba sobre una pila de hojarasca, me enseñó todos los dientes y contuvo un ladrido, y acaso algo más, por respeto a mi acompañante, que debía serle más conocido que yo.

Ella comprendió que debía volver á lo que interesaba á su acompañante, y dijo con varonil franqueza: Yo lo que tienes. Te voy á hablar como un camarada, sin preocupaciones de sexo, lo mismo que te hablé aquella noche en mi estudio. Conozco la vida que llevas; igualmente lo de «los enemigos de la mujer»: una invención necia.

Como si no tuviese ya duda de que el joven iba á ser su acompañante, Elena empezó á reir con una risa algo maliciosa. Además, en nuestros paseos me enseñará usted á tirar el lazo. ¡Cómo deseo poseer esa habilidad!... Se dió cuenta inmediatamente de lo inoportunas que resultaban sus palabras.

Palabra del Dia

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