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La España de hoy es sorda a irrumpir de metralla ahita de laureles en cesáreas batallas, no quiere ya ser cuna del Cid y de Pelayo, de la Armada Invencible, los Tercios, Dos de Mayo, la que hizo de los pueblos haz de suelo español en que no se ponía la hipérbola del sol; ramo de oliva porta en sus divinas manos, que no quieren teñirse en sangre de cristianos, consiguiendo el arrullo de la fabla rimada lo que soñara en vano tiranizar la espada.

Por fortuna no era difícil a las personas elegantes de por allí hablar siempre en verso, porque la menos instruida de todas ellas sabia de memoria millares de kasidas y de gacelas, apropósito para todos los casos, y que podían ensartarse unas en otras, como las perlas en un hilo, por medio de la prosa rimada.

Son comparsas del club de Holbach que recitan en versos alejandrinos fragmentos de filosofía rimada. El tipo de Mahomet era uno de los que estaban por hacer; él lo ha intentado y ha fracasado; y es, no obstante, en esta obra, donde él ha probado por una vez que no carecía del espíritu de invención.

Como lira ó estrofa rimada de seis versos, alternando los yámbicos de tres y de cinco pies, rimando los cuatro primeros de suerte, que el tercero consuena con el primero, el segundo con el cuarto y los dos últimos entre .

La seda, el algodón, el café, el papel, la naranja, el limón, la granada, el azúcar, venían con ellos de Oriente, así como las alfombras, los tisúes, los tules, los adamasquinados y la pólvora. Con ellos también la numeración decimal, el álgebra, la alquimia, la química, la medicina, la cosmología y la poesía rimada.

Mientras entonces el estudio de la Teología sobreexcitaba los sentimientos y encendía en amor el alma afectiva, amor que con facilidad podía torcerse a mala parte; hoy, estudiando los jóvenes briosos, desde sus tiernos años, negocios tan serios como la Filosofía de Krause o la Economía Política, se hacen por fuerza más morigerados y menos traviesos; adquieren una gravedad que les cae muy bien; y todo el fuego y lozanía de la imaginación se les va, no en coplas y requiebros a las muchachas, sino en ditirambos dulcísonos en prosa rimada, ora al libre-cambio, ora al desestanco de la sal, ora a otro objeto del mismo orden, que allá en lo antiguo ni se sospechaba siquiera que pudiese ser blanco de tantos disparos poéticos y de raptos líricos tan maravillosos.

Vencer las mayores dificultades del verso, sea en la forma, en la transposición o en la rima, derramar la gracia, el chiste, la fina ironía en sus composiciones, es un juego para D. José M. Marroquín. Ha hecho una glosa rimada de los primeros libros de Tito Livio, que no vacilo en considerar como uno de los trabajos más perfectos que en ese género se hayan escrito en nuestro idioma.