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Alternativamente trabajaba con nervioso entusiasmo, pues tenía pasión por las labores de aguja, o contemplaba el firmamento obscuro y la lluvia que caía sin interrupción; escuchaba el rugido del viento, de ese viento de Noviembre que parece llorar quejumbrosamente, y me sentía fatigada, triste y sin el menor presentimiento feliz, aunque en aquellos instantes acudía a mi la felicidad arrastrada por el rápido trote de dos briosos corceles.

No puedo pensar. Dímelo , que sabes más de la vida. Desde anoche que no tengo otro deseo que verte: me faltaba el tiempo para llegar aquí y llamarte. eres lo único que me resta... Y miraba al doctor con ojos suplicantes, mientras éste se encogía de hombros, dudando de la eficacia de sus remedios para salvar á su primo. Me siento mal, Luis dijo quejumbrosamente Sánchez Morueta. Yo me conozco.

De vez en cuando, griterío y corridas; brazos en alto, bastones enarbolados, una guitarra estrellándose quejumbrosamente en una cabeza, y cuando la calma se restablecía, saludábase con sonrisas y aplausos irónicos a la ristra de valientes que, sin paciencia para esperar, emprendían la marcha carretera abajo, cogidos del brazo, moviéndose con torpe balanceo, como si estuvieran sobre la cubierta de un buque en día de gran marejada, charlando incoherentemente o soltando sus vozarrones para entonar los estrambóticos y lánguidos corales que inspira la musa amílica.

Y como si sólo esperase ver cumplido el deseo del viejo Brull, que él no supo realizar, a los pocos días lanzó su última tos, sonaron quejumbrosamente todas las campanas de la ciudad, salió con una orla negra de a palmo el semanario del partido, y de todo el distrito llegó la gente como en procesión, para ver si el cadáver del poderoso don Ramón Brull, que sabía detener o acelerar el curso de la justicia en la tierra, se pudría lo mismo que los despojos de los demás hombres.

Lo único que le interesaba en aquellos momentos era cierta rodilla que buscaba la suya por debajo de la mesa, transmitiéndole su dulce calor á través de un doble telón de sedas. Pero Francia siguió quejumbrosamente el industrial se muestra arisca con nosotros. Hace años que nuestro emperador le tiende la mano con noble lealtad, y ella finge no verla... Eso reconocerá usted que no es correcto.

Uníase a la baja temperatura la humedad de su suelo atravesado por las alcantarillas de desagüe, el rezumar de ocultos y subterráneos estanques, que manchaba el pavimento y hacía toser a los canónigos en el coro, «acortando su vida», como decían ellos quejumbrosamente. La luz de la mañana comenzaba a esparcirse por las naves.

¿No sabe usted que la señora vive mirándose en ellos? continuó quejumbrosamente el mayordomo. ¿Qué le vamos a decir cuando venga? ¡Y cisnes domésticos no hay en venta en Pehuajó ni en ninguna parte por aquí! Estos fueron traídos de Buenos-Aires con gran trabajo... Pero, ¿para qué los ha muerto, si no soy curioso, don Juan? ¿para qué?...

¡Oh, gentleman! interrumpió ella quejumbrosamente . No sea usted materialista en sus apreciaciones, no se muestre grosero en sus sentimientos juzgando á las personas por su tamaño. ¿Por qué no pueden amarse dos almas á través de sus envolturas completamente diferentes?... Ahora que le conozco, gentleman, me doy cuenta de que toda mi vida he estado esperando su llegada.