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Tenía la sospecha de que el cadáver estaba en el foso. Las aguas verdes y tranquilas se habían cerrado misteriosamente sobre esta ofrenda de la noche... Desnoyers adivinó que otra desgracia preocupaba aún más á la madre, pero se mantuvo en púdico silencio.

Y el púdico señor Vicente se fijaba en el abultado abdomen, sin escrúpulo alguno, como si la maternidad fuese una función falta de origen, en la que para nada intervenía el amor. Sospechaba, en sus piadosas fantasías, si este embarazo ocultaría algo sobrenatural, un prodigio de la voluntad divina.

Recostada en la silla, gozaba beatíficamente del triunfo, exponiendo a la admiración de los inquilinos de las lunetas el cuerpecillo ajustado, púdico, la línea fugitiva que se elevaba desde la cintura al hombro, el gracioso manejo de abanico, el movimiento delicado con que subía los gemelos a la altura de las cejas.

Los colores de tu tez celeste se parecen al bermellon que hermosea las megillas de un nino dormido en el seno de su madre y mecido con los latidos de su corazon; se parecen al color de rosa que dejan caer los ultimos rayos del dia sobre la nieve de los ventisqueros, y que puede equivocarse con el pudico sonrosado de la tierra recibiendo las caricias del cielo.

Seré merecedor de tu desvío, Mas no comprendo la ilusión extraña Que á dar tanta beldad te precipita, Inútil don, tesoro inmaculado, Á la vejez marchita. La amapola del prado No despliega la pompa de sus hojas, De púdico amor rojas, Hasta que el sol derrama En su velado seno estiva llama; Ni la rosa se atreve Á abrir el cáliz entre escarcha y nieve.

Jano bifronte, no menos precavido y púdico, cuando se propone dar ser á los briosos primitivos pueblos de Italia, se une á la gigantesca ninfa Camesena, en la desierta cumbre del Apenino, y circunda el agreste y amplio tálamo de tenebrosas tempestades.

Trae, como veis, una guirnalda de hiedra y de violetas, con que le ha coronado hoy su esposa, para simbolizar el púdico, modesto y apretado lazo con que siempre la tuvo ceñida y prendida.

La despreocupación religiosa era general en las minas: sólo se pensaba en el dinero y el trabajo. Era viudo, con una hija, y para ligarse más íntimamente con sus protectores, la tuvo durante seis años en un colegio de Inglaterra, volviendo de allá la muchacha con un exterior púdico y unas costumbres de confort que regocijaban á toda Gallarta.

Era la primera vez que se iba a ver a solas con un joven enamorado, en aquel púdico retiro, donde había vivido los más floridos años de su juventud.

Es cierto que, desde hace poco, nos ha entrado un furor de moralidad, un púdico rubor, que todo lo condena y de todo se solevanta. Críticos y moralistas han levantado una cruzada contra los bufos. Pero los bufos seguirán triunfantes, a pesar de todas las disertaciones morales que contra ellos se fulminen. Les sucederá lo mismo que a los toros.