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Acudirá más tarde, no haya miedo; acudirá cuando la República misma salga del aturdimiento en que la han dejado los millares de asesinatos con que la han amedrentado, porque los asesinatos no constituyen un Estado; acudirá cuando el Uruguay y el Paraguay pidan que se haga respetar el tratado hecho entre el león y el cordero; acudirá cuando la mitad de la América del Sur se halle trastornada por el desquiciamiento que trae la subversión de todo principio de moral y de justicia.

Que no se me pidan, pues, descripciones minuciosas de monumentos y curiosidades, que pueden hallarse en los libros ad hoc escritos por artistas-literatos, como Teófilo Gautier y otros. No me es dado ofrecer sino impresiones, ni quiero emitir sino reflexiones propias, sean ó no equivocadas.

Pues semejante a ellas es la pureza del alma: no hay lágrimas bastantes para ahogarla. Nunca llega el corazón a endurecerse tanto que se le pidan en vano; más duras son las peñas de los montes, y de entre sus grietas surgen los manantiales. Margarita escuchaba confusa. Era indudable que aquel hombre conocía su delito.

Y se atrevió con una novela, cuyo asunto vela bastante claro en su cabeza. Cuestión de coger aquellos personajes, decir cómo eran, dónde vivían y de qué modo; de qué pie cojeaba cada uno, y moverlos de acá para allá, lo mismo que se mueven las gentes en el mundo, al compás de sus necesidades y según lo pidan sus virtudes o sus pasiones. Nada más sencillo ni hacedero.

Yo soy capaz de darles lo que desean, y más aún. ¡Pero que no me lo pidan; que no me lo exijan! Eso es negar mis sagrados derechos de amo... A el dinero me importa poco, y la prueba es que antes que ceder, mejor quiero que se pierda la cosecha de Marchamalo.

Compadre, cuidado.... Si adelanta usted un poquito más nos vamos a encontrar con el libre albedrío perdido. Cebre, mira que vas por mal camino: ¡mira que te marchas con Pelagio! Yo a San Agustín me agarro, y no lo suelto. Esa proposición puede admitirse simpliciter, pero tomándola en otro sentido... no cuela. Citaré autoridades, todas las que se me pidan: ¿a que no me citas ni media docena?

Entren, pues; suban, pidan y tomen cuanto apetezcan de lo que haya. Con esto me empujó suavemente hacia la torre; cogió enseguida los dos jamelgos por los bridones, y los arrastró materialmente hacia la portilla por donde había salido del cercado, mientras llamaba con toda su voz al sirviente que debía encargarse de ellos.

El día que los orientales pidan, por la voz de un congreso, volver a ocupar su puesto en el seno de la gran familia, serán recibidos con los brazos abiertos y ocuparán un sitio de honor en la marcha del progreso, como lo ocuparon siempre en las batallas donde corrió mezclada su sangre con la argentina.

Pero estoy fuera de lugar: estas apreciaciones pertenecen á otra parte de estos apuntes. No hallamos pobres que pidan, ni niños jugando por las calles. Las clases que se manifiestan al público respiran bienestar y decencia. ¿Pero es todo esto verdad? ¡Ay!

Acogió con una risa infantil la ovación burlesca del público y fue a sentarse en la escalerilla de la piscina como en lo alto de una cátedra. «El deber es el deber parecía decir con las frías miradas en torno suyo . La disciplina es la base de la sociedad; y hay que amoldarse a lo que pidan los más