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En oprimir tan inconsiderada i fieramente á los hebreos obraron los godos como el caballo que es amedrentado en una tormenta por los rayos que bajan desprendidos de las nubes, i que corre desbocado por salvarse, sin ver por donde camina, hasta que impelido por su misma furia se precipita sobre un caudaloso rio que va en aquella sazon hinchado con las continuas lluvias i mucho mas soberbio que suele, á perder en el mar sus aguas i su nombre.

El pobre don Quintín cedió amedrentado. La maquinación del conquistador estaba bien urdida. El mismo día y en el mismo tren en que partió Cristeta para Santurroriaga salió el utilísimo Benigno, el ayuda de cámara de don Juan, destinado por éste a servicios análogos a los que el padre de los dioses exigía de Mercurio.

Al pié de la nevera de Bois se ve el pobre caserío del mismo nombre, que parece como amedrentado por el peligro de que lo arrope algun derrumbe de la onda cristalizada que lo domina.

¿No sabe usted señor revolucionario, que aquí no hay más reina que el señor don Carlos V, que felizmente gobierna la monarquía sin oposición ninguna? ¡Ah! yo no sabía... Pues sépalo, y confiéselo, y... y confieso, y... dijo el amedrentado dando diente con diente. ¿Y qué pasaporte trae?

Llamaron en una posada conocida. Tardaron en abrir, y al último el posadero, amedrentado, se presentó en la puerta. ¿Qué pasa? preguntó Zalacaín. Que ha entrado en Vera otra vez la partida del Cura.

Era un sobre, manchado por el transcurso del tiempo, sin rótulo de ninguna especie. Repentino y formidable estrépito hízole volver el rostro amedrentado, y vió que la tapa del cofre había caido en su sitio, cerrándolo de nuevo. Volvió al lado del hogar, para leer el contenido del sobre: pero sus manos estaban de tal manera temblorosas, que no pudo verificarlo.

Acudirá más tarde, no haya miedo; acudirá cuando la República misma salga del aturdimiento en que la han dejado los millares de asesinatos con que la han amedrentado, porque los asesinatos no constituyen un Estado; acudirá cuando el Uruguay y el Paraguay pidan que se haga respetar el tratado hecho entre el león y el cordero; acudirá cuando la mitad de la América del Sur se halle trastornada por el desquiciamiento que trae la subversión de todo principio de moral y de justicia.

El mismo, en una explicación que con ella tuvo, la había amedrentado para arrancarle la firma. Además le veía cada día más delgado y más sombrío. Pero aunque se preocupaba un instante de estas cosas, el tren complicado de su vida de mujer elegante, ayudado por el deseo de no pensar en asuntos enfadosos, se las apartaban pronto de la memoria.

Amedrentado el rey rebelde, había entrado en tratos con los portugueses para entregarles la plaza, pero su visir, que era un rumí, o griego renegado, se puso de acuerdo con la princesa hija del monarca que había reinado allí en tiempo del grande Albuquerque.