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Aquí echaron menos seis ó siete galeras que se habían apartado del armada. Otro día salieron á hacer agua ocho millas de allí, y en tomándola se hicieron á la vela: se fueron su camino. Como fueron 20 millas en mar comenzaron á meterse unas burrascas con viento contrario, por lo que se tornó al mismo puerto.

Como él no se quitaba la corona más que al ponerse el gorro de dormir, forzosamente habíaselo arrancado alguien tomándola de la percha donde colgaba la ropa... ¿Quién?...¡Aunque no lo sabía, bastante lo maldijo!... Cierto que el diamante era falso, por no haberse podido encontrar uno verdadero de ese tamaño, y que él no lo ignoraba, cierto... Mas después de usarlo tantos años como verdadero, por verdadero lo sentía.

7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. 8 Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que el SE

Oyendo esto Dorotea, se cubrió el rostro, y Cardenio se entró en el aposento de don Quijote; y casi no habían tenido lugar para esto, cuando entraron en la venta todos los que el ventero había dicho; y, apeándose los cuatro de a caballo, que de muy gentil talle y disposición eran, fueron a apear a la mujer que en el sillón venía; y, tomándola uno dellos en sus brazos, la sentó en una silla que estaba a la entrada del aposento donde Cardenio se había escondido.

47 Y les faltó término a los hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron a Lesem, y tomándola metiéronla a filo de espada, y la poseyeron, y habitaron en ella; y llamaron a Lesem, Dan, del nombre de Dan su padre. 50 Según la palabra del SE

Esta cesó cuando Juan, tomándola a la tarde de la mano, la llevó, mientras que Pedro y Adela buscaban flores de saúco para Ana, a la sombra de un camino de rosales que daba al saucal, y donde había de trecho en trecho unos bancos de piedra, y al lado unos atriles, de piedra también, como para poner un libro.

A la vez que Ramiro dejaba caer estas palabras, don Alonso observó, con inquieta curiosidad, la daga sarracena, recubierta de pedrería, que el mancebo llevaba en el cinto, y, sin poder dominar su sorpresa, tomándola por fin en su mano, exclamó: Donoso puñal. ¿Es acaso algún arma de los agüelos? No, señor.

Después, volviéndose bruscamente: ¿Cómo habéis podido creer eso? volvió a decir . ¿Cómo es que habéis podido pensar que saliese ilesa de esos cenagales donde el miserable de mi marido me ha lanzado? Juana no contestaba, ahogada por los sollozos. ¿Sufres, hija mía? Mucho. Vamos, ven, entonces, a respirar el aire libre, ven. Y tomándola de la mano, la levantó con alguna violencia y la llevó fuera.

Cuando Ramiro comenzaba a pensar que Gonzalo no volvería tal vez a presentarse aquella noche, vio llegar a lo largo de la calle, la figura de un hombre que fue a detenerse ante la casa de Beatriz, al pie de las ventanas. Ramiro desenvainó la espada, y tomándola de la hoja por encima de la capa, adelantose, prestamente, rozando la pared más obscura. ¡Era Gonzalo!

Yo soy tu madre... Las circunstancias han hecho que hasta ahora no haya podido darte el nombre de hija; pero Dios no ha querido que muera privada de ese placer... Acércate, hija mía. Demetria bajó todas las escaleras y se aproximó á la señora. ¿Me das un beso? dijo ésta tomándola de la mano y con voz donde se traslucía la emoción.