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Y tampoco quiero atribuirlo á lo que ahora llamaríamos medidas de gobierno, ya que las más celebradas y admiradas en lo antiguo, por los que entonces escribieron, nos repugnan hoy y á menudo nos parecen feroces y vitandas atrocidades.

Pues si no lo deseara ¿cómo me había de meter yo en semejante negocio? ¿No comprende usted...? ... pero... No hay que confundir. El perdón puramente espiritual o evangélico, ya lo tiene... Pero el otro perdón, el que llamaríamos social, porque equivale a reconciliarse, es imposible. Vamos, que no será tanto dijo para don Evaristo, subiéndose el embozo. Es imposible repitió Maxi.

Rogeria deja su sexo en el lugar que le corresponde, hiriendo al amigo Mahometo que no le quedan ganas de andar en tratos con princesas. La parte que llamaríamos de exposición de la obra, lo era, en efecto, en la que se representaba, y tan lo era, que en uno de los ejércitos resultó un estacazo tan realista que tuvieron que dar dos puntos en la cabeza á un moro.

La lectura de los infinitos documentos referentes á aquella, que han pasado por nuestras manos, ofrece como marcas generales las de la S y el clavo que colocaban en el centro de dicha letra verticalmente y las de los nombres y apellidos de los dueños seguidos á veces hasta de la profesión de aquel como se ha visto en la morisca que perteneció al que hoy llamaríamos arquitecto municipal.

Pero la excomunión que ha puesto por hoy la péñola en mis manos es excomunión mayúscula y, por ende, merece capítulo aparte. El decenio de 1550 a 1560 pudo dar en el Perú nombre a un siglo que llamaríamos sin empacho el siglo de las gallinas, del pan, del vino, del aceite y de los pericotes. Nos explicaremos.

Con frecuencia, en las horas de recreo y solaz que en el convento había, cuando ni los Padres ni los novicios estudiaban, meditaban o rezaban, en el extremo de la huerta donde había árboles de sombra y asientos de piedra, el Padre Ambrosio se sentaba rodeado de muchas personas que componían un atento auditorio, y con fácil palabra les relataba lo que llamaríamos hoy sus impresiones de viaje.

Demetria guardó silencio también. Después profirió con firmeza: ; me atrevo. Pues ya está dicho todo exclamó el mancebo recobrando su carácter resuelto. Mañana bien temprano tomamos el camino de Laviana. Mañana no; esta noche. De día llamaríamos demasiado la atención y nos detendrían. Nolo quedó admirado, aunque ya conocía el valor y la firmeza de su amada en los casos difíciles.

Leonorcica Michel era lo que hoy llamaríamos una limeña de rompe y rasga, lo que en los tiempos del virrey Amat se conocía por una mocita del tecum y de las que se amarran la liga encima de la rodilla.

Al ver el calzado parisiense en estos hermosos escaparates, no he podido menos de decirme repetidamente: si una mujer tuviera el pié como es el zapato que aquí miro, ¿qué nombre daríamos á aquel pié? seguramente lo llamariamos fenómeno, aborto, extravagancia. aquí la industria francesa: á fuerza de ser delicada, sutil, vaporosa, es una industria fenomenal.

Descubrió en seguida mi cubil, volviendo pertinazmente a él con admirable olfato; pero fuera de que la hojarasca diluviana me ocultaba del todo, el ruido de mi cuerpo estrellándose obsediaba a mi tío, que no buscaba bien, en consecuencia. Fué pues resuelto que yo yacía aplastado en el fondo del pozo, dando entonces principio a lo que llamaríamos mi venganza póstuma.