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He cumplido mi deber diciéndoos francamente lo que de ella opino, en las condiciones en que váis á emprenderla, dijo Golvín, lisonjeado por las palabras del barón. Pero ¡por Santa Bárbara! marino viejo soy y no lo que es el miedo. Que nos hundamos ó no, contad conmigo. Á Coves os he de llevar, y si á los amos del barco no les gusta el viaje, que busquen otro capitán después del zafarrancho.

Miguel reconocía que era verdad; confesaba que hasta entonces no había amado; era huérfano de padres y de amor, y ofrecía algunas de sus extravagancias morbosas a la generala, como rasgos de una naturaleza superior. Lisonjeado en su amor propio, embriagado por las miradas de la hermosa, en aquel momento creía cuanto afirmaba, juzgándose un ser extraño y digno de admiración.

Tener un hijo santo hubiera lisonjeado mi vanidad; pero hubiera sentido yo quedarme sin un heredero de mi casa y nombre, que me diese lindos nietos, y que después de mi muerte disfrutase de mis bienes, que son mi gloria, porque los he adquirido con ingenio y trabajo, y no haciendo fullerías y chanchullos.

Doña Inés dio parte de este triunfo al padre Anselmo, quien se llenó de piadoso júbilo, y aun se sintió lisonjeado al prever que él figuraría en la vida de la nueva santa como el instrumento de que se valía el Cielo para convertirla y glorificarla.

El general, lisonjeado por aquella oportuna dedada de miel, manifestó dirigiéndose a Maldonado en tono paternal: No, Ramoncito, no: está usted en un error. Jamás se ha dicho en España azorar. El concejal dió un brinco en la silla.

Después, ella y el Vizconde charlaron muy largo rato y ambos volvieron a sentirse tan amigos como veinte años antes en Río de Janeiro, y como cerca de treinta años antes en Lisboa. Muy lisonjeado estaba el Vizconde al notar el contento y la satisfacción que al volver a verle y al hablar con él sentía la señora de Figueredo; pero el Vizconde no era presumido ni fatuo, sino razonable y juicioso.

Hizo examen de conciencia y creyó sacar en limpio del examen que no amaba aunque agradecía; que la habían deleitado y lisonjeado el acatamiento y las finuras amorosas de ambos galanes, pero que no estaba prendada de ninguno de ellos y que sin pena quería y podía despedir al uno y al otro. Entre tanto, en Cintra no era como en Lisboa.

La puerta del saloncito había quedado de par en par y D. Jaime estaba de rodillas a los pies de doña Luz. Se diría que se acababa de entregar a discreción, que todo por su parte estaba dicho, y que a ella tocaba sólo hablar e imponer condiciones. El orgullo de doña Luz se sentía vivamente lisonjeado.

El joven concejal quedó lisonjeado por tal advertencia que venía de una amiga íntima. Creyó, sin embargo, que debía cambiar la conversación a fin de no echar a perder su pretensión, pues veía a Esperanza seria y ceñuda. Pues no crean ustedes que es tan difícil declararse a la Tosti y que ella responda que .... Y si no ... ahí tienen ustedes a Pepe Castro, que puede dar fe de lo que digo.

Un amago de sonrisa que plegaba sus labios pregonaba, no obstante, que la frase la había lisonjeado. Ramoncito volvió a sacar la conversación del teatro Real, la liebre que sale y se corre en todas las tertulias distinguidas de la corte. La ópera, para los abonados, no es un pasatiempo, sino una institución.