United States or New Caledonia ? Vote for the TOP Country of the Week !


En estos rincones pacían algunos rebaños de ovejas panzudas, de largas lanas, dando con sus esquilas una nota de calma pastoril á aquel paisaje desolado que parecía recién surgido de una catástrofe geológica. El camino bordeaba la profunda zanja de una cantera. Era como uno de esos cráteres apagados, en los que muestra el planeta la intensidad de sus convulsiones.

Pasados estos incidentes volvía otra vez la lección cantada, y la arboleda parecía estremecerse de fastidio al tamizar entre su ramaje este monótono sonsonete. Algunas tardes oíase un melancólico son de esquilas, y toda la escuela se agitaba de contento. Era el rebaño del tío Tomba que se aproximaba. Todos sabían que llegando el viejo con su ganado había un par de horas de asueto.

Unos tocaban cuernos, otros golpeaban sartenes y cacharros, otros sonaban cencerros y esquilas, y con el ruido de tales instrumentos y el fulgor de las hachas, aquel cuadro parecía escena de brujas o fantástica asonada del tiempo en que había encantadores en el mundo.

Luego la seguía con gritos de alegría hasta la plazoleta donde se alzaba la casa de D. Félix. Huyósele á éste por completo la tristeza del alma al escuchar las esquilas y los mugidos de su ganado. Salió á la puerta con faz sonriente y comenzó á examinar sus vacas y á charlar animadamente con los dos zagalones que las conducían, haciéndoles mil preguntas y encargos.

La entrada triunfal de aquel lindo rebaño, compuesto de cuarenta ó cincuenta vacas con sus crías, era siempre un acontecimiento magno en la pequeña aldea. Al oir sonar de lejos ya las grandes esquilas que llevaban las reses colgadas al cuello, la turba infantil de la población se estremecía; dejaba sus juegos ó las faldas de sus madres y corría al encuentro de la vacada.

Estaba la mies en derrota; los ganados, libres, sesteaban soñolientos, se refocilaban en bárbaras persecuciones, o pacían en lentas cabezadas los brotes sirueños. Tintineaban las esquilas en la mansa levedad del ambiente, y todo el valle se hermoseaba con traje de alegría en la paz geórgica de la tarde.

En el portal, desde donde se veían las puertas abiertas de los establos, un horno con su tejadillo protector, un pozo con el correspondiente lavadero, grandes pilas de leña y un carro de bueyes bajo un cobertizo, olía a heno, se oían los golpes y los cencerrillos y esquilas del ganado preso en las pesebreras, y brujuleaba de soslayo y como a la descuidada, un copioso averío alrededor de un «garrote», en cuyo fondo roía mi caballo, desembridado y amarrado al poste con una soga por el pescuezo, los últimos granos del pienso de maíz con que le había agasajado el sobrino mayor de Neluco, mientras su madre me agasajaba a en la sala de arriba con huevos y con jamón.

Una estrella nadaba con lácteo fulgor en la bruma suave del crepúsculo. Sonaban lentas y melancólicas las esquilas de invisibles rebaños; ladraban al borde del camino los perrillos de las huertas; chirriaban a lo lejos los carros; comenzaban a iluminarse las ventanas de las casas rústicas esparcidas en aquellas tierras de labor que alternaban con los solares.

Al través del ruido ensordecedor del tren, dijérase que se oían en aquella pintoresca solana remotos gorjeos de aves y argentino repiquetear de esquilas.

Zumbaban los insectos sobre las inquietas crestas de la maleza; arrastrábanse los lagartos entre las piedras; sonaban a lo lejos las esquilas con acompañamiento de balidos, y de vez en cuando, al trotar el caballo de Rafael por unos caminos que nunca habían conocido la rueda, abríase en lo alto de un ribazo la cortina de matorrales, asomando los cuernos y el hocico babeante de una vaca o el testuz curioso de un ternero que parecía extrañar la presencia de un hombre que no fuese el pastor.